Escribo estas líneas mascullando
el bochornoso espectáculo (el otro día en las Cortes, ante
ayer en Ceuta) de esa caterva de ganapanes entetada en las
ubres de la res pública; esa desvergonzada y trinconera
clase política que sigue haciendo buenas las sarcásticas
palabras del Conde de Romanones: ¡joder, qué tropa!. Y,
encima, con el enlutado aniversario del 11-M presente.
Apretando los dientes y recurriendo al autocontrol: yoga y
stoa.
11-M. No se trata de PSOE o de PP. El 11-M es, como Ceuta y
Melilla, una cuestión de Estado. Máxime cuando la sombra del
terrorismo (islamista o etarra, quizás ambos), más alargada
que un ciprés, ha logrado poner a nuestra meliflua y
acobardada sociedad de rodillas. Como en el fútbol:
‘Terrorismo 1/España 0’. Y Europa, ya veremos. Todo depende
ahora de la evolución en el polvorín afgano. Y del mando (no
solo militar, político primero) de las tropas occidentales
allí destacadas. Porque el enemigo, silente en los países
europeos embozado en la takiya y aguerridamente emboscado en
el frente, nos está preparando -como advertí hace poco- un
Rocroi; un Annual; un Dien-Bien-Fú. Y volverá a atacar (es
mera cuestión de tiempo... y momento) en uno de los flancos
más débiles: Ceuta por ejemplo (aunque me inclino
personalmente por Melilla), en un mortífero atentado adobado
con las pertinentes maniobras de intoxicación de la opinión
pública.
¿A varias bandas como en el 11-M?. Porque los atentados
terroristas, la fenomenología del terrorismo en sí, está
siempre manipulada: en su desarrollo..... o en sus
resultados. Como sabe cualquier alumno que curse el primer
nivel de cualquier Escuela de Guerra Psicológica. Y, en el
11-M precisamente, nos encontramos con una auténtica pieza
de arte del ramo, en la que han interactuado dos añejas
técnicas de manejo de masas tácticamente habilitadas:
a) El terror en estado puro.
b) La manipulación informativa.
Por lo demás, la voladura terrorista de trenes no es algo
nuevo en la historia. El o los autores intelectuales del
11-M bien pudieron inspirarse en el Strage di Bologna, la
matanza en la estación de trenes de la famosa ciudad
italiana que dejó tras sí 85 personas asesinadas y otras
doscientas heridas el 2 de agosto de 1.980. Los
organizadores del atentado no han sido descubiertos hasta la
fecha, pero el modus operandi y las maniobras de diversión
pueden servirnos de referente. Con una acotación añadida: el
terrorismo es una de las armas más barata, eficaz y letal
del variopinto arsenal de la Guerra de Baja Intensidad y de
la Guerra Psicológica. Y permítanme una disgresión: si el
terrorismo es, además de inadmisible, repulsivo, hay algo
todavía más despreciable: la idea del atentado, la
planificación del mismo y, posteriormente, su
rentabilización.
Para mí y después de quebraderos de cabeza que no vienen al
caso, todas las opciones siguen abiertas. Estamos aun lejos
de su esclarecimiento. Y, puede creerme el lector, al
ofrecerle estos apuntes escritos desde las entrañas solo me
mueve -a estas alturas- una actitud puramente filosófica: el
acceso al conocimiento, el franqueo de las puertas de la
verdad: caiga quien caiga y pese a quien pese. Recuerden, en
el terrorismo internacional -muchas veces también en el
doméstico- nada es lo que parece.
Para empezar a desenredar el 11-M (como antes en Nueva York
o Casablanca) quizás puedan ayudarnos las matemáticas,
particularmente la teoría de las magnitudes vectoriales que
indican, no cantidades.... sino direcciones. Su aplicación
al caso que nos ocupa es particularmente recurrente, pues
examinado el asunto y atisbadas las direcciones hacia las
que apunta, las respuestas que sugiere (contésteselas a sí
mismo el lector) nos indican el vector (camino) o vectores
que apuntarían al entorno de la presunta autoría
intelectual. Siguiendo pues esta pauta, podemos
metodológicamente agrupar tres vectores diferentes:
1. ¿A quién sirvió el atentado?.
2. ¿Qué nuevas situaciones creó?.
3. ¿Qué intereses resultaron beneficiados?.
De forma complementaria, les planteo, por encima de
cualquier atisbo ideológico o partidista, las siguientes
hipótesis de trabajo para los atentados del 11-M:
- Siguen sin estar completamente aclarados.
- Pese a la voluntad de los terroristas (ejecutores de la
acción), el atentado se presta como pocos a la manipulación.
- Aunque la masacre de Madrid suele englobarse dentro de las
acciones del terrorismo internacional, este encubre
fenómenos harto diferentes, presentándose como una realidad
poliédrica.
- ¿Quién ha reivindicado el atentado?. ¿Y quién lo ha
negado...?. Seamos súmamente cautos a la hora de dar pábulo
a las informaciones recibidas..... y la ortodoxia oficial.
- Un ejemplo: no podemos meter en el mismo saco los
atentados de Nueva York, Casablanca o Madrid. El segundo
(Casablanca) esconde poderosas claves internas. El del 11-M
rompió las alianzas forjadas tras el 11-S. ¿Capicci?.
Chapuzas aparte, intereses políticos a un lado, la catarata
de datos espúrios subrepticiamente introducidos en el
complejo fenómeno del 11-M apesta a curtidos equipos de
operaciones psicológicas..... lejos de la mentalidad de gran
parte de los sentados en el banquillo. La mente estratégica
el que el 11-M nos golpeó duramente en el sitio y momento
adecuado está fuera de nuestras fronteras..... pero tuvo una
inestimable colaboración táctica dentro..... de lo que
todavía se llama España.
Cartago, veo clara tu suerte. Profetizó Aníbal transido de
dolor al tener, entre sus manos, la cabeza ensagrentada de
su yerno Asdrúbal .....
A buen entendedor, ¡salud!.
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