Si este articulo llega antes del
cierre lo leerán hoy y me encontrarán aún sumida en un mar
de cavilaciones. Gran manifa, rojas y gualdas al viento, con
el escudo constitucional o con el del águila de San Juan que
es el de los Reyes Católicos, al igual que son suyos el yugo
y las flechas. Ambos escudos, el de antes y el de ahora, son
historia viva de España y por lo tanto dignos de ser amados
y respetados y quien o quienes no los amen y respeten es que
son unos reboludos hijos de la gran chingada (aprendo nueva
terminología y enriquezco mi idioma en el autobús del Palo
oyendo el cantar del habla sudaca, que me cautiva, no lo voy
a negar). Vale. Muchas banderas al viento pero ¿Qué
cantamos? Al final y como colofón, el Himno Nacional con
letra de José María Pemán, pero ¿y antes? ¿¿¿ ¿???. ¿Se dan
cuenta de que nos faltan himnos a mogollón? Nuestros
hermanos americanos tienen un Barra y Estrellas que te pone
los pelos como escarpias y de ahí otros cuantos que cantan
venga o no a pelo y a cuento, porque, los yankis, revientan
de autocomplacencia siendo americanos. Y no es pa menos. Los
gabachos tienen la Marsellesa, que es un bello himno. Y los
ingleses van bien apañados. Nosotros estamos escasos,
rácanos de canciones hermosas y poéticas que subleven,
motiven, emocionen y den repelús de impresión.
Los de izquierdas tienen su lúgubre Internacional, que da
canguele con solo oirla. Luego está el Himno de Riego, un
pestiño. Los catalanes Els Segadors que es melancólica y
aburrida. Los vascos lo del Himno del Gudari que es un son
que puede motivarles a ellos, puede ser, digo yo, será que
les gusta, pero que parece cosa de festival de folklore y no
resulta nada marcial. ¿Es que no existen en España poetas?
Vale, tienen razón, no se amotinen, tenemos himnos que son
la releche, como aquel que compusieran un grupo de amiguetes
una tarde, ante un carajillo, en el café de Gijón de Madrid.
Se pusieron los muchachos de acuerdo para componer al
alimón, una canción dirigida a una novia por parte de un
joven que iba a entrar en combate. Mi tío, el gamberrete
Lorenzo Iniesta, estudiante de Derecho, se trajo la letra
para enseñarla en casa y su padre, mi bisabuelo, que era un
mediocre autor teatral bastante monárquico y se llamaba
Lorenzo Iniesta y Diaz del Castillo la calificó como un
hermoso poema. ¿Recuerdan? “Cara al sol con la camisa nueva,
que tu bordaste en rojo ayer…” ¡Sssss! ¡Eso está prohibido!
Se puede canturrear la Internacional bajo cuyo son el
padrecito Stalin, asesino y genocida notorio, masacró a
millones de rusos, ese siniestro canto eslavo está
permitido, aceptado y alabado por la progresía de
hemorroides camufladas. Lo otro, los otros, las canciones de
acampada cantando a las Montañas nevadas, incluso algo tan
inocente como aquel “¡Isabel y Fernando! El espíritu impera,
moriremos besando, la sagrada bandera…” Anatema total,
porque continuar diciendo algio tan asquerosamente
retrógrado y fascista, represivo y criminal como “Es España
gloriosa, nuevamente ha de ser, la Nación poderosa que jamás
dejó de vencer” ¿Por qué se cabrean conmigo y se ponen
mosquis? ¿Por qué son canciones bellísimas sean de la época
que sean y están cargadas de sentimiento y encanto? ¡A mi
que me registren! Yo no las he prohibido ni he renegado de
ellas. Yo no soy una renegada, será castroja, pero me
considero persona de honor y nunca miraré para otro lado
cuando se habla, se canta o se recita exaltando a Dios y a
España. Lo que me apena es la viudez de las manifestaciones,
el corear eslóganes porque no hay nada políticamente
correcto que cantar y lo hermoso del ayer está explícita y
tácitamente proscrito, que no prescrito. “Moriremos besando,
la sagrada bandera…” Eso ¿Cómo va a prescribir?.
|