Podría comenzar hablando de las excarcelaciones o el
atenuamiento de penas a miembros de ETA por parte del PP,
pero no incidiría sobre lo que, a mi juicio, es realmente
grave sobre el asunto. Que el PP excarcelara a miembros de
ETA en plena tregua, o que, a quien correspondiera dicha
acción de gracia, matara meses después, ya en libertad, a un
concejal de esta democracia, es en estos momentos de
profunda crispación, secundario. Y es secundario porque lo
hecho, hecho está, y cuando se hizo contó con el beneplácito
y el respeto de un PSOE, por entonces, en la oposición.
Lo que es verdaderamente, y profundamente grave es que el PP,
porque no haya asumido una derrota electoral y porque quiera
gobernar sí o sí, esté manipulando a la opinión pública a
través de la mentira y el uso fraudulento de conceptos como
la dignidad o la cesión ante el chantaje.
El PP ha perdido el norte como principal partido de la
oposición y ha tomado la decisión de abandonar la senda de
la coherencia y el espíritu democrático para internarse en
la abominable práctica de sembrar odio, mentiras y
crispación en la sociedad española.
La orden de Génova ha sido concisa: Todos a la calle a
desgañitarnos clamando mentiras. Da igual que el PP
excarcelara a 25 presos etarras por razones humanitarias o a
causa de su particular tregua. Da igual que a De Juana no se
le haya dejado en libertad, cosa que ellos si hicieron con
otros muchos etarras. El mensaje es claro. ZP traidor, PSOE
cede al chantaje. El PP no.
Es burdo e insultante que el PP arengue a las masas con este
mensaje tan falaz. El Estado de Derecho se basa en el
respeto a la vida humana. Incluso a la de indeseables como
De Juana Chaos. Y yo estoy orgulloso de que se imponga la
razón a la sinrazón, incluso cuando en mi fuero interno (y
en el del 99% de los españoles) la idea de la muerte de este
asesino no produzca demasiados quebraderos de cabeza ni
debates existenciales.
Pero la grandeza de esta democracia que tanto nos ha costado
construir se basa precisamente en que, quienes gobiernan,
deben tomar decisiones magnánimas y acordes con las leyes
que nos asisten y que garantizan lo que es sagrado: la
protección de la vida.
Si nos fallamos en esto, estaremos faltando a la esencia de
nuestro sistema. Si dejamos que la ira (legítima y razonable
en casos tan significativos como el de este desgraciado)
gane al espíritu de nuestro Estado, estaremos fracasando
como pueblo.
El PP está golpeando de manera irresponsable los cimientos
del sistema que tanto nos ha costado poner en pie. Y lo hace
porque ellos no valoran lo que tenemos porque son más
partidarios (y protagonistas) de lo que sufrimos durante
cuatro décadas que de lo que llevamos disfrutando 30 años.
Nunca en las historia de la democracia, ningún partido
político había incurrido en un ejercicio de descrédito e
inconsciencia tan grande como el que está llevando a cabo el
PP. Siento profundamente lo que está ocurriendo porque lo
que está provocando el PP con este ejercicio de hipocresía,
amenaza con debilitar lo mas sagrado en este país: la
credibilidad del pueblo en la propia democracia.
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