A muy pocos en nuestro país ha
dejado indiferente la situación sobrevenida sobre la
polémica prisión atenuada que se le ha concedido al
terrorista De Juana Chaos como consecuencia de una más que
ajustada interpretación del texto legal por el que se ha
visto “obligado a aplicar” el juez de vigilancia
Penitenciaria dado que, de un principio, la Fiscalía redujo
ostensiblemente la pena -sólo 3 años, es decir lo mínimo-
por la que se pretendía alargar su presencia en la cárcel.
Es cierto que el texto legal es el que es. Por otra parte,
es rigurosamente patente que este diabólico militante de ETA
no ha visto mermada, en ningún momento, sus ánsias porque la
banda armada cese en el empeño de las acciones ‘militares’.
Aún así el precedente obtenido puede mantener subyugados a
jueces y fiscales a la hora de medir con el mismo rasero a
presos que soliciten medidas similares.
En cualquier caso, no es una cuestión del gusto general en
una población, la española, que no logra entender que un
asesino confeso, reiterado en la crueldad y en absoluto
arrepentido, pueda verse beneficiado de medidas carcelarias
que, por otra parte, son inherentes de la legalidad en la
que se acoge este especialísimo reo.
A los españoles no les puede pasar por la mente que los
legisladores, aquellos que representan al pueblo en las
Cortes Generales, se hayan visto incapaces en los últimos
veinte años de acondicionar una Ley lo suficientemente
solvente como para que un etarra de la calaña de este
individuo que asesinó a 25 personas no disponga de por vida
de ni un sólo beneficio penitenciario. Bastante sería ya
concederle el trato que no concedió a ninguna de sus
víctimas, padres, hijos y hermanos de familias destrozadas a
causa de la irracionalidad que en sí misma engloba cualquier
acto terrorista, cobarde e indigno.
Que España necesita el fin de ETA es un hecho deseado por
todos. Pero como todo en la vida, también existen maneras.
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