Manuel Horrillo, prudente y reflexivo (supongo que también
cansado), me contaba que iba a centrarse en el llamado -y
con razón, pensé para mí- Desastre de Annual, intentando
hacer una aproximación documentada pero fundamentalmente
humana, superponiendo antiguas películas con tomas actuales
en las que el narrador, Imanol Arias, aparecerá unas veces
en las escenas y en otras se dejará sentir solamente con su
voz. Cuando le pregunto cómo abordará temas espinosos huye
de los mismos aduciendo, razonablemente, que no se trata de
ahondar en viejas heridas. En cuanto a la batalla de Annual,
me adelanta que rodará desde la Loma de los Árboles (Nó, no
vamos a subir a Igueriben) y, sin entrar en profundidades
pero con cierta complicidad compartida, rechaza filmar el
monolito de la impostura (la frase, advierto, es mía)
levantado por las autoridades marroquíes en la zona. Quedan
muchas cosas en el aire y, tras prometernos estar en
contacto, le pido me explique (hoy el lector y, mañana, el
espectador tendrá derecho a saberlo) cómo va a presentar la
perspectiva histórico, pues el líder rifeño Abdelkrím -le
matizo- era independentista, diría incluso que islamista,
mientras las autoridades legítimas marroquíes estaban
apoyadas por las tropas españolas. La solución no parece
estar definida.
Imanol Arias, por contra, aparece afable y distendido.
Después de señalar su paso por la mili en Ceuta (Hubo gente
que pensó que tenía, pese a ser un joven de izquierdas, el
perfil militar), se muestra sencillo, próximo y locuaz,
abordando con gracejo unas cuantas anécdotas que ayer ya
comenté, como su matizado orgullo por haber sido, en 1978,
cabo 1º (el único no profesional) en la Compañía del Mar con
base en la Ciudad.
Lo que desde luego no tengo aun claro es cual va ser el
papel, en la película, del Cronista Oficial de Ceuta, José
Luis Gómez Barceló y en qué medida su intervención avalará o
no el, seguro, polémico documental.
¿La fiesta en la Wilaya?. Pues muy agradable, gracias. En un
enorme salón, decorado con mucho gusto, centenares de
personas aplaudieron y dieron los vítores reglamentarios
tras los regalos que el propio Wali, en nombre de Mohamed VI,
donó a familias necesitadas. Té, refrescos y pastas, en
abundancia. Allí estaban destacadas personalidades de la
vida política y social tetuaní: Bennouna y su gente del
Istiqlal, uno de los vicealcaldes de la USFP, el concejal
Karrichi del PJD, la plana mayor de la asociación Tetuán-Asmir,
directores regionales y del mundo de la universidad, junto a
una representación de la colonia española como el director
del Instituto Cervantes (quien se disculpó por no haber
podido el martes asistir al acto organizado en Tetuán por la
UNED y el Centro Cultural Lerchundi de Martil por
encontrarse, precisamente, en Ceuta), responsables de los
centros españoles y algún empresario. Fue divertido, delante
de todo el gentío y solo, como los toreros en medio de la
plaza, conceder unas palabras a la televisión marroquí (a su
presentadora, Houría Boutayeb, yo nunca le podré decir que
no) de salutación a la Familia Real y al pueblo marroquí.
Kol beseder. O como dícen en Marruecos: kulchi levés, kulchí
misián. Gracias otra vez.
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