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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE MARZO DE 2007

 
OPINIÓN / CARTA PASTORAL

Día de la Mujer trabajadora

Por Antonio Ceballos Atienza*


Mis queridos diocesanos:

Un año más, se celebra el “Día de la mujer trabajadora”. Esta fecha nos invita a reflexionar sobre el significado y el valor de la presencia de la mujer en el mundo del trabajo. Tengamos para todas ellas un recuerdo agradecido.

1. Un signo de nuestro tiempo

El trabajo femenino, con las características que reviste en la actualidad, constituye, un fenómeno nuevo en conexión con el movimiento de promoción de la mujer que el Beato Papa Juan XXIII ya señaló en la Pacem in terris como un signo de nuestro tiempo.

2. La dignidad de la mujer

La publicación de la Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II sobre la dignidad y vocación de la mujer sigue siendo hoy muy actual.

Este escrito proyecta la luz del Evangelio sobre uno de los campos más radicales que nos vienen afectando durante años: la lucha de la mujer por alcanzar los mismos derechos que el varón. Las relaciones entre varón y mujer están, sin duda, cambiando. Esta es una “revolución” más profunda que la fundada en la “lucha de clases”.

3. Verdadera promoción de la mujer trabajadora

El trabajo debe ser un medio eficaz para realizar la propia personalidad de la mujer, pero al mismo tiempo no debe dañar los vínculos con la propia familia, que forma la finalidad amorosa de sus fatigas. Efectivamente, a través del trabajo la mujer gasta sus energías para el sostenimiento de su familia y para su pleno éxito material y espiritual.

Ahora bien, si se quiere promover a la mujer, hay que hacerlo de manera integral sin perder nunca de vista la plenitud de su dignidad y su especificidad. El Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, en la Encíclica Laborem Exercens afirma: “La verdadera promoción de la mujer exige que el trabajo se estructure de manera que no deba pagar su promoción con el abandono del carácter específico propio y en perjuicio de la familia en la que como madre tiene un papel insustituible” (LE 19).

4. Dificultades de la mujer para incorporarse al trabajo

En la actualidad se ve con optimismo que la tasa de empleo entre las mujeres va aumentando, situándose en torno al 54% en la actualidad. No obstante, existen serias dificultades para la incorporación de la mujer al trabajo. El Papa Juan Pablo II en su Encíclica sobre el trabajo humano insistía en un segundo ámbito de valores: “El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre. Estos dos ámbitos de valores -uno relacionado con el trabajo y otro consecuente con el carácter familiar de la vida humana- deben unirse entre sí correctamente y correctamente compenetrarse” (LE 10).

Pero lo que está ocurriendo en la actualidad es que sobre la mujer sigue recayendo el cuidado de la familia y las tareas domésticas. La mujer se ve obligada a elegir entre su vida familiar y su vida laboral, y, en el mejor de los casos, compaginar “ambas vidas”. Así la mano de obra barata y flexible que, en ocasiones, son las mujeres quienes la padecen, les conduce a la renuncia de tener hijos o al retraso de los mismos. Esta dinámica llega a convertir en mercancía a la mujer trabajadora. Es necesario, pues, recuperar en el seno de la familia el sentido de maternidad y paternidad, e integrar familia y trabajo.

5. Mujer trabajadora

A vuestra condición de mujeres trabajadoras unís la de cristianas. Tened, pues, la valentía de dar testimonio de la doble dimensión de vuestra vida, como trabajadoras y como cristianas.

Contribuid a enriquecer toda forma de solidaridad con el espíritu de la comunidad cristiana.

Anunciad el nombre de Cristo, del carpintero, del Hijo de Dios, del verdadero liberador de todos los males que tienen prisionero al hombre y lo amenazan. Anunciadlo en vuestras familias, en vuestros puestos de trabajo y en vuestras fábricas y talleres.

Haced participar a todos los cristianos en las necesidades y en las alegrías, en los problemas y en las esperanzas del mundo del trabajo.

Tomad partido y comprometeos por las enseñanzas de la fe y de la Iglesia. Sed levadura y semilla de una presencia cristiana en todo lugar donde trabajéis, así el dominio de Dios se amplía y crece la acción cristiana, la fraternidad y la solidaridad entre los hombres y mujeres.

La Iglesia tiene confianza en vosotras, y os apoya si os comprometéis a llevar el Evangelio en vuestro entorno laboral.

6. Invitación al compromiso

La Iglesia consciente de esta hora decisiva y del papel trascendental de la mujer en el trabajo os invita a dar una respuesta de fe a la crisis de valores que afecta y turba a tantas conciencias y a construir vuestra vida sobre lo que es la mujer, sobre la verdad de su ser.

Tened presente, queridas trabajadoras cristianas, a la Sagrada Familia de Nazaret, en vuestro trabajo y familia, y a María, la mujer fuerte del Evangelio. En Ella Dios ha hecho cosas grandes.

Pidamos que en vuestros trabajos se incluya a la población de las mujeres humildes, sencillas y necesitadas, a las cuales María ha reservado siempre hermosos gestos de predilección maternal.

Reza por vosotras, os quiere y bendice,

*Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 6 de marzo de 2007.

 

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