“Quien siembre vientos recoge
tempestades” Eso lo sabemos todos, como también somos
conscientes de que, quien sigue el camino del corazón no se
equivoca nunca y siguiendo el sendero de la sabiduría, en
este marzo ventoso, han apañado en la Ciudad Autónoma muchos
buenos miles de euros para la atención de las mujeres
maltratadas. Que en Andalucía y en el resto de la vieja
Iberia (ignoro el tema en Portugal, aunque Portugal es
español y nos lo tenemos que anexionar por aquello de la
memoria histórica y las raíces culturales y demás) repito,
en el resto de España, no hay violencia doméstica, sino
pandemia de violencia y los juzgados de las mujeres echan
humo y dictan órdenes de alejamiento conforme van saliendo
folios de la impresora, una, otra, otra más… ¡Esto es
horroroso!. Se han sembrado vientos de feroces campañas de
concienciación e información, se han hecho campañas de
marketing aterradoras por su realista crudeza, se ha
saturado a la población de noticias sobre el tema de los
malos tratos, educando a tope, animando a denunciar: “No
tengas miedo: cuéntalo”. La Policía funciona, la Guardia
Civil igual y los Juzgados se multiplican como buenamente
pueden para atender a todas.
Y la noticia del fuerte apoyo ceutí a las mujeres
maltratadas me ha hecho recordar unas letras ,que creo que
escribí hace algún tiempo sobre la llamada “Sala de
víctimas” que está ubicada en los Juzgados, la pesadez del
aire en la estancia, el silencio que se puede mascar y los
ojos, tan especiales, tan fácilmente identificables, de el
dolor. Se han sembrado vientos y se está recolectando una
tempestad de denuncias y de llamadas de auxilio, una especie
de aullar colectivo, genérico que recibe a cambio, no ese
cursi y manido término de la “solidaridad” que es una
palabra, tan usada y abusada, que se ha abaratado
inexorablemente y resulta ñoña y grimosa.
El miedo y la pena de las víctimas recibe comprensión
social, iniciativas de todo tipo, profundamente humanas y
llenas de sincero afecto y cariño y deseos feroces de
justicia y de castigos ejemplares. “Solidaridad” no, por
favor, que lo sobado de la palabra quita grandeza a los
sentimientos de la sociedad. La actitud ceutí ante las
víctimas ha sido ejemplar y ejemplarizante y más aún si va
acompañada de campañas divulgativas a nivel local y en
diferentes idiomas para que, el “No tengas miedo: cuéntalo”
llegue a todas y el canguele de las severas sanciones
acojone a cualquier maltratador rampante o cabroncete en
potencia. Aunque lo más disuasorio para el violento es el
rancho del Hotel la Reja, infinitamente más que las órdenes
de alejamiento que yo, como jurista, sustituiría por
destierros sistemáticos para evitar riesgos. Y por una
aplicación de la Peligrosidad Social que diera trabajo extra
a nuestra excelente Policía Local , por las filas de maromos
cumpliendo la obligación de firmar a diario. Marzo ventoso.
La tempestad golpea a media España y la avalancha de
denuncias no cesa ni con las inclemencias del tiempo ¿Qué
dicen? ¿Qué puede haber más de una lagarta que frivolice con
los malos tratos y denuncie en falso? Si. Puede haberlas
para deshonra de las auténticas víctimas y en este caso, la
falsedad de la denuncia me parece especialmente punible,
porque es una utilización despreciable del estado de
auténtica alarma social que estamos sufriendo. Las lagartas
también a comer rancho y a reflexionar. ¿Qué dicen? ¿Qué
sabemos todos que la violencia doméstica siempre ha
existido? Si. Terrible, oculta, silenciosa, desesperada,
sembrando unos vientos de tragedia que han explotado en
galerna. Los hombres hemos descubierto y dominado el fuego,
la ciencia y la gravedad, pero carecemos de medios humanos y
materiales para aplacar, ni los vientos de Marzo, ni una
tempestad.
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