El pueblo, ese llano y sencillo,
al que pomposamente se le llama “soberano” cuando es de puro
“garrafón” cada día cree menos en la política y en los
políticos, de ahí la gran abstención que se está dando en
cuantas consultas se vienen realizando y donde,
precisamente, el pueblo es quien más tiene que intervenir y
decir. Prueba de ello es que, en la última convocatoria
realizada para el Estatuto de Andalucía, el pueblo en su
mayoría le ha dado las espaldas a la mencionada reforma del
Estatuto.
Los políticos, ante estos alarmantes síntomas de desgana del
pueblo “soberano”, deberían de preguntarse cuáles son las
razones de semejante situación. No lo harán y cometerán un
gran error, porque no se enterarán de qué es lo qué está
fallando en el sistema. Y esa es, precisamente, la pregunta
del millón ¿Qué es lo que está fallando, para que el pueblo,
cada día, crea menos en la política y en los políticos?,
Porque, sin discusión alguna, algo tendrá que estar fallando
para llegar a esa enorme desgana, mostrada por el pueblo,
cada vez que se llama a consulta.
El pueblo, cada día, ve a la clase política más alejada de
ellos sin que les solucione los problemas más importantes
que tiene y cree, es una opinión muy particular e
intransferible, que se ocupan de solucionar unos problemas
que, al pueblo ni les va ni les viene, sólo benefician a la
clase política. Eso, al menos, es lo que piensan muchos a
los que les hemos preguntado por qué no han votado la
reforma del Estatuto. La contestación que nos han dado,
todos esos andaluces, ha sido en plan gallego, respondernos
con otra pregunta. ¿Y eso en qué nos beneficia a nosotros?.
Y a continuación ha dicho, no nos benefician en nada, sólo a
aquellos políticos que están subido en el carro.
Cuando la desconfianza de los pueblos empieza a crecer, mal
camino lleva el asunto, sobre todo si se deja de acudir a
las urnas, en las consultas que se nos haga y dan paso a las
grandes abstenciones.
Uno cree que la clase política, debería acercarse más al
pueblo y se debería plantear, cuanto antes, la solución a
este problema tratando, por todos los medios a su alcance,
atraerse la confianza del pueblo y llevarlo, de nuevo, a
devolverles la ilusión de que su participación, en cualquier
consulta que se nos haga, tiene un valor incalculable para
la buena marcha de nuestra país y, sobre todo, para las
soluciones a los problemas de todos.
La gente, de verdad, está muy desengañada y, cada día, más
reticente a acercarse a los colegios electorales a depositar
su voto porque, hoy por hoy, se sigue haciendo la misma
pregunta ¿Para qué?.
Esa es la interrogante que hay que quitarles de la cabeza.
Para ello, hay que demostrarles que, precisamente, hay un
para qué por el que votar.
En nada hay una nueva consulta y como no se tomen las
medidas necesarias para ilusionar al pueblo, mucho nos
tememos que habrá una gran abstención. Lo que sería un gran
error del pueblo porque, con ello, daría paso a la
posibilidad de que entre a formar parte del gobierno,
quienes carecen de mérito alguno para hacerlo. Hay que
devolverle la ilusión al pueblo o vamos de puro trasero.
|