La Casa de la Cultura de Tetuán acogió en la tarde de ayer
la presentación del documental “Toledo y Alejandría, faros
de la Humanidad”. Esta iniciativa de las fundaciones
‘Pangea’ y ‘Ciudadanos del Mundo’, y de la UNED, se presentó
ante la clase cultural tetuaní en un acto organizado por el
Centro Cultural ‘Lerchundi’, de Martil. A la sesión
acudieron , además de los participantes en el coloquio, una
representación de la Universidad Abdelmalek y de la vida
política de la ciudad marroquí, entre ellos Khadiya Saidi,
vicedecana de investigación y relaciones exteriores de la
universidad tetuaní, el vicedecano y el vicerrector de la
facultad de Ciencias, y el concejal Mohamed Karrichi. La
representación española también fue nutrida, asistieron los
profesores de la UNED en Ceuta Fernando Jover y Enrique
Ávila, además de Francisco Jiménez Maldonado, director del
Centro Cultural Lerchundi, de Martil, órgano que organizaba
el evento, además de la representante del Consulado español
en Tetuán.
Los invitados a la presentación destacaron la necesidad de
generar un ambiente propicio para para el diálogo entre las
dos orillas del Mediterráneo. Éste espíritu conciliador
empapó no sólo las exposiciones de los invitados, sino toda
la velada, que se dejó arrastrar inspirada en la vocación de
la cinta que se presentaba, conciliar y unir.
‘Toledo y Alejandría, faros de la Humanidad’ es un
documental que profundiza en la labor de conocimiento que se
desarrolló en estos dos focos culturales del Mediterráneo,
que pese a la distancia entre ambos en espacio y tiempo (
entre el cénit cultural de las urbes egipcia y castellana
median cerca de 1.200 años) su ejercicio coincide al aunar
las culturas que conformaron el pilar de la que hoy llamamos
‘cultura occidental’: el helenismo oriental y su
recuperación y transmisión a Europa occidental a través de
la traducción de los textos árabes, en el Toledo del siglo
XI.
Los representantes de las organizaciones que han hecho
posible el documental: Carmen Sánchez, de Fundación Pangea;
Alicia Berrachina, de Ciudadanos del Mundo, y la doctora
Aurora Marquina Espinosa, profesora titular de la facultad
de filosofía de la UNED, estuvieron de acuerdo en que “no se
puede comprender el desarrollo de una nación por sí sola,
sino por sus intercambios con otras”, de ahí la importancia
del diálogo y de “la recuperación de la memoria” para
encauzar el pasado común, y generar nuevos lazos que se han
perdido por el caprichoso correr del tiempo
Los asistentes pudimos disfrutar aprendiendo con la profunda
humanidad del doctor Azzuz Hakim, historiador e hispanista,
que deleitó en su defensa de la hermandad hispano-marroquí y
del protectorado español, “si el protectorado francés
-afirmó- lo hizo bien en lo material, en lo moral hizo mucho
más el español”. Por su erudición y amenidad, la exposición
del renacimiento andalusí bajo el protectorado de Tetuán y
de la cultura común en los dos lados del “estrechísimo”,
encandiló a la sala.
Por su parte, Jacob Hachuel Abecafis, representante de la
Comunidad Sefardí del Norte de África, recordó el importante
papel que cumplió esta comunidad en esta transmisión de
saberes. No en vano, fueron traductores hebreos, conocedores
de ambas lenguas, árabe y romance, quienes trasvasaron de
una a otra los textos recopilados por la sabiduría
musulmana, que una vez convertidos al Latín circularon por
toda Europa. A la ciudad del Tajo llegaban estudiosos de
todos los puntos del continente, de forma que materias como
la Botánica, la Filosofía aristotélica, la Matemática o la
Medicina, no habrían entrado en el cuadro intelectual
europeo de no ser por estos traductores toledanos, nexo
fundamental entre ambos mundos enfrentados entonces, y
vehículo privilegiado de ese “viaje de la memoria por todo
el Mediterráneo”, en palabras de la profesora de la UNED,
Aurora Marquina.
“Reconocer” al vecino
Por otra parte, el catedrático Francisco Álvarez Álvarez,
vicerrector de Relaciones Internacionales e Institucionales
de la UNED, encargado de clausurar el encuentro, destacó “la
importancia de encontrar espacios comunes en lugar de hablar
de tanto enfrentamiento entre civilizaciones”, y lanzó la
idea de crear un espacio común más allá del “espacio europeo
de conocimiento, que no puede entenderse sin la orilla sur
del mediterráneo”. El vicerrector reconoció que en este
sentido “nos queda mucho camino por recorrer y mucho trabajo
por hacer y transmitir”, ante lo que agradeció iniciativas
como las de las fundaciones que han participado en la
creación del documental.
Quienes pudimos asistir a este acto de conciliación,
ponentes o no, al término de la proyección sentíamos nuestra
esta necesidad de conocer, de ‘reconocer’, a quien tan
cercano ha estado siempre y hoy está tan lejano, separado
por barreras que son más insalvables que brazos de mar o
cordilleras, como son el moderno estado nacionalista, los
acontecimientos políticos, y otros problemas ajenos a
quienes son, como lo han sido durante siglos, los verdaderos
protagonistas del viaje del saber, de las relaciones, y
finalmente de la memoria, los seres humanos.
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