Las calculadores y las encuestas
están que echan humo de tanto como miran, a unas y a otras,
los encargados de los distintos partidos políticos que se
presentan a las próximas elecciones municipales. Algunos, en
sus cabreos porque ninguna de ellas les dan los números
apetecidos, se han cargado seis calculadores y han roto
veinticinco encuestas como si las culpables de sus males,
que les vienen desde hace ocho años, fuesen algunos de los
dos instrumentos.
El único instrumento culpable de que, siempre, vuelvan a
sacar los mismos votos, es el pueblo llano y sencillo que,
cada cuatro años, les dicen que se vayan con la música a
otra parte, que tienen la partitura más atrasada que el
trasero. Y todo ello, a pesar de la enorme publicidad con la
que cuentan durante esos cuatro años. No tienen solución y
su ego, les lleva a creerse el ombligo del mundo cuando,
realmente, ni son ni significan nada. Prueba inequívoca de
ello es que el pueblo les niega, una y otra vez, su
confianza, por mucho que se empeñen los caciquillos de turno
de conseguirles un silloncito.
Uno piensa, en esta ocasión no voy a pedir perdón por pensar
porque no me da la gana, que cuando estos ególatras se
presentan como líderes indiscutibles de su partido y siempre
fracasan, se deberían plantear la cuestión de ceder el
puesto a otro a ver si ellos son capaces de conseguir, lo
que a estos líderes de pacotillas, el pueblo le niega por
activa y por pasiva.
No lo harán por la sencilla razón de que estos, fracasados
líderes de pacotillas, se niegan a aceptar sus derrotas por
le convencimiento pleno de que después, de ellos, vendrá le
diluvio universal. Su egolatría en grado sumo les lleva a
creerse los “salvadores” de los pueblos en los que residen
cuando, en realidad, nadie les hace ni puñetero caso y, cada
día que pasa, sus imágenes están más deterioradas, a pesar
de que en sus desesperación, al no conseguir nada de lo
propuesto, les lleve incluios al insulto personal. Recursos
empleados, por todos aquellos, que carecen de base
suficiente y de una mediana educación. Oiga, amigo guardia,
que por muchos estudios que tenga, usted, puede ser un mal
educado. Cosa esta, de la mala educación, que da en todos
aquellos líderes de pacotillas o ególatras en grado sumo,
que no ven más allá de sus narices.
Por muchas calculadores que rompan y muchas encuestas que
tiren a las papeleras, las cosas en nada van a cambiar para
ellos, volverán a ser rechazados por el pueblo, sin
permitirles ocupar el puestecito con el que llevan soñando
toda la vida. Y si alguna vez, uno de estos “salvadores”
capaces de solucionarnos todos los problemas, en la suerte
de la tómbola de la vida, les llegó a gorra y el pito,
hicieron el ridículo e incluso les metieron una trampa al
pueblo para cazar elefantes, pero no un elefante, sino
cientos de elefantes a los que se les podían añadir, veinte
jirafas y cuarenta leones. ¡Peazo de manera de convertirse
en los “salvadores” de este pueblo!. Estos personajillos,
los “salvadores”, son una auténtica ruina para los pueblos.
Si usted, por una de esas casualidades de la vida, conoce a
algunos de estos “salvadores”, por su madre no les vaya a
votar. ¡Ruina total!
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