¿A que presienten ustedes que voy
a hablar de uno de mis temas punteros que es la nutrición?
¿Qué dicen? ¿Qué por que no medito sobre las exigencias del
etarra Otegui acerca de anexionar el Reino de Navarra al
País Vasco? Bueno, son reivindicaciones muy rebatibles desde
el diálogo, la tolerancia y la solidaridad, añadiéndoles
unas gotas de humanitarismo y de amor a la vida humana ¿A
que les ha sorprendido agradablemente mi moderada y buenista
disertación? Pues yo que me alegro ¿Qué a que tipo de
diálogo tolerante, solidario, humanitario y demás me estoy
refiriendo? Pues a ese tipo de mensajes que hacen ganar
elecciones generales, verán, sin ánimos de señalar y a modo
de ejemplo: Va el Otegui y reivindica Navarra y llega el
Zetapé y le contesta “Mira, tío mierda, o te dejas de
mamoneo o te mando al Tercio de la Legión de Ceuta que van a
entrar pegando hostias por la Rioja y van a acabar en Irun y
vais a tener que largaros todos los proetarras de España en
hidropedales ¿Entiendes el mensaje majete o te lo escribo y
te mando la carta para la hora del rancho en Botafuegos?” No
sé, algo contundente, serio y reflexivo, pero sin perder de
vista las buenas maneras… Pero yo a lo mío que es la
nutrición y el hecho de que, hace pocas fechas me invitaron
a comer en un restaurante de “Nouvelle cuisine” ya saben,
ese tipo de establecimientos pijoteros con decoración
minimalista, acero, metacrilato y asientos negros, con los
camareros vestidos igualmente con una especie de quimonos
negros hasta los pies que les daban aspecto de seminaristas
sin tonsurar. ¿Y la carta? ¡Dios, que asco! Tan solo para
leer los nombres de los comistrajos había que hacer una
carrera de ingeniero y echar mano del Espasa. ¿Qué si
recuerdo alguno? No mucho, pero era algo así como “Virutas
de cipotillos en vinagre hidrogenados a la crema de langosta
con acompañamiento de agua de borrajas solidificada,
adornada con un pelo de la ingle del cocinero desrizado por
el método japonés Yuko” Bueno, algo por el estilo, demasiado
complejo para una criatura simple como yo para quien es un
júbilo ecuménico el almorzar el domingo en la playa un
espetito de sardinas bien hecho con mi pastillón de calori
Reducter Fat Control que reduce la absorción de calorías. Y
es un producto que me parece eficaz y lleva zinc.
¿Qué cuantos productos he experimentado para introducirme en
la talla 36? Innumerables, porque me considero empírica y me
gustan los métodos científicos, aunque primo la alquimia
sobre la ciencia, porque es más respetuosa con la materia. Y
alquimia parece la nueva cocina con sus nombres imposibles y
extraordinariamente toqueteada por los virtuosos del fogón.
Que quieren, a mí me repugna que manipulen, estrujen, amasen
y adornen lo que voy a meterme en el gaznate.
Cuando comía normal primaba en servidora el sentimiento de
que, era sano y saludable lo que iba del puchero borboteante
o de la sartén chisporroteante a la mesa y de ahí a la
barriga, sin escalas intermedias ni injerencia de manos.
Recordarán ustedes si son de mis tiempos, el célebre grito
de los acomodadores de los cines cuando, ante los
movimientos sospechosos de las parejas que asistían a la
proyección gritaban “¡Esas manos! ¡Que luego van al pan!”
moral rigurosa la de la época e inmoralidad en las asépticas
cocinas actuales donde, individuos ataviados de blanco y
extraordinariamente afectados en su virtuosismo, magrean las
materias primas y ponen minúsculas cantidades de materias
extrañas, acicaladas y adornadas en platos inmensos a
precios prohibitivos tipo “Magré de cojoncillos de cerdo
ibérico baladí al aroma de trufa ofuscada con toque de
perfume del calcetín del recepcionista a la savia de toronja
guarnía”. Muy fino, muy fino… Pero para mí comistrajos.
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