Es claro y notorio que nos ha
tocado vivir la época derivada del constante maltrato que se
ha venido realizando a la naturaleza en los últimos 40 años.
Actividades atómicas, nucleares, emisiones de gases,
combustiones dañinas, agentes nocivos... la modernidad ha
sido sinónimo de adelantos basados en la masiva
industrialización y ahora pagamos las consecuencias.
El calentamiento del planeta es una realidad que tenderá a
cambiar nuestras vidas para siempre y notamos ya sus
consecuencias. Las estaciones ya no están tan definidas, la
calidez climatológica debe tener una lectura preocupante,
aunque el ocio esté relacionado comunmente con este tipo de
clima.
Internacionalmente los países se han comprometido a
converger hacia unas medidas que disminuyan radicalmente el
calentamiento terrestre. El agujero de la capa de ozono no
debe tomar mayores dimensiones y para ello es
responsabilidad inherente de quienes dirigen los destinos de
los pueblos (países, regiones, provincias, municipios,
territorios...) adoptar medidas públicas que tiendan a
mitigar estos graves efectos.
Las medidas ecológicas basadas en utilización de energías
renovables es una excelente elección con la que disminuir
razonablemente, hasta su extinción, las combustiones
necesarias para el posterior aprovechamiento energético. La
realidad del planeta, la existencia de la vida animal y
vegetal va a depender en gran medida de las aportaciones
individuales de cada territorio, municipio, región, país...
que globalmente provocarán la mejora cualitativa y
cuantitativa de la actual situación.
En Ceuta, por poner un ejemplo, la energía eléctrica que se
consume necesita de la combustión de materias primas finitas
en la naturaleza, con lo cual, podemos fácilmente augurar el
fracaso final cuando esto ocurra.
La administración incentiva, de hecho, programas tendentes a
lograr la adaptación de medidas contra el calentamiento de
la atmósfera. Hoy en día, el uso de las energías renovables
se hacen indispensables. Para empezar toda nueva edificación
debe tener contemplada la instalación de placas solares para
proporcionar bien energía calorífica, bien energía
eléctrica. Por tanto, si la Ley ya prevé estas
circunstancias para la aplicación en el ámbito privado, las
instituciones son las primeras que deben dar ejemplo de
ello.
Vivir permanentemente en primavera y/o verano no será nada
edificante para el reloj biológico humano en particular,
animal en general y vegetal; y todo ello sin contar con la
desaparición de los glaciares y la disminución sistemática
de los masas de hielo polar que redundarán negativamente en
la actual concepción geográfica de las zonas costeras.
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