Pregunta: Hace seis meses, cuando estuvo aquí por última
vez, ya se mostró convencido, como anteayer, de que es
posible cambiar de color los Gobiernos de las ciudades
autónomas. Dada la relación de fuerzas actual en las dos
Asambleas, ¿es sólo una frase para la galería o se lo cree
de verdad?
Respuesta: Es posible. Nada está decidido porque todos los
Gobiernos sufren un desgaste, casos de corrupción aparte,
que afecta particularmente a la pérdida de ilusión, el
elemento que moviliza a la ciudadanía. Ahora mismo el
partido que más ilusión acumula a corto y medio plazo en
Ceuta es la coalición UDCE-IU porque es el proyecto que
cuenta con mayor credibilidad para gestionar el futuro de la
ciudad. Es sólo cuestión de tiempo.
P: ¿Dónde ve usted esa carga de ilusión?
R: Cuando un proyecto político nace de tanta desigualdad y
de tanto desequilibrio con un discurso totalmente opuesto,
basado en la igualdad, el equilibrio, la convivencia, la
cohesión, el respeto y la diversidad termina abriéndose
camino.
P: Pero, a diferencia de CpM, el proyecto UDCE-IU sigue
llevando la etiqueta de ser una formación ‘musulmana’. Ahí
usted cuenta una ventaja que Ali no ha podido salvar.
R: Insisto. El mensaje de la UDCE es totalmente distinto y
por sus valores políticos se abrirá camino, pero necesita
tiempo. Hace 10 años CpM era una formación que invitaba al
discurso fácil por parte de los que hoy están en el
Gobierno: un partido étnico, confesional... Todavía están
con ese chip, pero ya no llega a la ciudadanía melillense.
CpM ha estado en el Gobierno y la ciudad ha crecido, ha
tenido un Gobierno plural, exquisitamente respetuoso con
todas las comunidades de la ciudad... Ese es un aval
importante frente a la manipulación política del componente
religioso.
P: ¿Percibe un endurecimiento del discurso político sobre el
componente religioso de los candidatos en esta precampaña?
R: Sí, pero es lógico. Las elecciones se acercan y el PP,
especialmente en Melilla, se pone nervioso porque tiene
todas las cartas para perder los comicios porque ya no tiene
ilusión ni frescura y la busca en actos sin sentido alguno
como presentar una nueva bombona de butano, ¿se lo imagina?.
Acusar a CpM, el único partido de Melilla que tiene un 100%
de integración social en un plano de igualdad, de ser un
bloque confesional no tiene sentido. Se nos conoce y somos
los más abiertos y transparentes ante la población.
P: ¿Qué significa tener “un 100% de integración social en un
plano de igualdad”?
R: Que no somos como el PP o el PSOE, que no practicamos el
escaparate de personaje políticos traducido en buscar
representantes de otras comunidades para utilizarlas como
maniquíes.
Tres claves para un proyecto
P: Pero se acusa a CpM y a UDCE de atender sólo a una parte
muy concreta de los ciudadanos: los musulmanes
R: No es cierto. El proyecto ‘Puerta de Europa’, que le
trasladamos al presidente Zapatero durante su visita a las
ciudades autónomas contiene los tres elementos fundamentales
de nuestro proyecto: en primer lugar, que Ceuta y Melilla
son los enclaves idóneos para darle contenido al discurso
del presidente del diálogo de civilizaciones. En segundo, el
respeto a la personalidad cultural propia con mayúsculas,
que no es más que asumir todas las culturas históricamente
asentadas en nuestra tierra; y por último, que hay que crear
un motor económico creíble para Ceuta y Melilla que, a
nuestro juicio, pasa por transformarlas en capitales de
políticas de desarrollo.
P: ¿Cuál es su objetivo respecto al tema del diálogo de
civilizaciones?
R: Ceuta y Melilla son dos ciudades españolas en el contexto
europeo que pueden ser un ejemplo de diversidad, convivencia
y cohesión hacia el mundo entero ofreciendo la armoniosa
convivencia que se busca en tantos sitios. Las dos ciudades
pueden y deben ser la Jerusalén por tantos deseada, una
realidad y no sólo un escaparate, y para ello hacen falta
políticos de cohesión, de corrección de los desequilibrios,
de infraestructuras, de vivienda, de educación y de empleo.
Todo eso da contenido a la palabra convivencia.
P: ¿Y cuando habla de respeto a “la personalidad cultural
propia”? ¿A qué se refiere?
R: En Melilla, no sé en Ceuta, hay una cultura nociva que
parte de asentar la españolidad de la ciudad en un acto
bélico. Ese punto de vista no respeta la historia porque una
parte del pueblo español de Melilla lleva arraigado allí más
de 5.000 años. La españolidad de Melilla tiene más raíces en
su presente que en su historia. Hay que proteger, reconocer
y hacer nuestras las raíces de la cultura amazight porque
así no sólo se reconoce su españolidad, sino que practicamos
algo esencial en las sociedades venideras: el respeto
transversal, no vertical.
Un motor económico “creíble”
P: Por último, ese “motor económico creíble”, ¿cómo se
monta?
R: Hay que mirar al sur con valentía y al norte sin
perjuicios y no perder la identidad clara de nuestra
ubicación geopolítica. Un gran proyecto planificado por las
Administraciones autonómicas; convalidado, ayudado y
potenciado por el Gobierno central y proyectado en Europa
puede conseguir que todas las políticas de desarrollo, que
son actualmente una prioridad para Europa y el norte del
Magreb, se canalicen a través de estas dos ciudades.
P: ¿Está tan satisfecho como la UDCE de su relación con IU,
que en el caso de CpM aún está más asentada?
R: Es fabulosa. Venimos de engaño tras engaño con las
formaciones de implantación nacional y hemos llegado a la
conclusión, en concreto con el PSOE, de que lo único que
quiere es volver a su posición de 1985, con una militancia
arrodillada y esclavizada en términos políticos. La
‘inserción política’ que plantean PP y PSOE no tiene cabida
en un Estado de Derecho. En IU hemos encontrado un trato de
igual a igual, un reconocimiento del trabajo realizado y un
compromiso fundamental con la dimensión humana de las
personas.
P: ¿La clave de los resultados electorales de CpM y la UDCE
está en su capacidad de movilizar a su electorado?
R: En todas las citas electorales cualquier político que
presuma de demócrata debe hacer un esfuerzo para fomentar la
participación. En Melilla hemos ofrecido un decálogo a los
ciudadanos para hacerles ver que nuestra cogobernabilidad
tendría contenido. La defensa del progresismo para
transformar la realidad, no para vivir del discurso, no nos
va a condicionar a la hora de pactar un Gobierno. Quien lo
asuma merecerá nuestra compañía para cambiar Melilla. En esa
clave de movilización popular aparece nuestro presupuesto
participativo, para que la ciudadanía participe cada año y
no cada cuatro en qué se gasta el dinero. Además, nuestro
programa se va a alimentar de las propuestas de la
ciudadanía, sean o no simpatizantes nuestros.
Pacto PP-PSOE
P: ¿En Melilla ha sentado tan mal como en Ceuta a las
fuerzas de la oposición el pacto PP-PSOE sobre la reforma
estatutaria?
R: Junto al proyecto ‘Puerta de Europa’ hay otra convicción
que nos avala que es habernos puesto en primera línea del
proceso de reforma del Estatuto. PP y PSOE han firmado una
doble traición: institucional y popular. Institucional
porque han tomado la decisión más importante del discurso
reivindicativo de Ceuta y Melilla a espaldas de las
Asambleas. El Estatuto es la espina dorsal del discurso
político de ambas ciudades desde que tenemos la democracia y
los presidentes de ambas ciudades nos han dado la espalda
desde un Ministerio. Y popular porque han dado la espalda a
la propuesta de referéndum que vamos a presentar esta semana
en el Congreso para que ceutíes y melillenses se manifiesten
al respecto. Por intereses electoralistas y circunstanciales
han boicoteado una propuesta que ni siquiera es vinculante
sino consultiva y que les pasará factura en el futuro.
P: Ceuta y Melilla siguen siendo dos desconocidas en la
península. ¿Qué propone usted al respecto?
R: La de nuestra imagen al otro lado del Mediterráneo es una
preocupación que introducimos en el documento que
trasladamos a Zapatero. No podemos prestarnos un día sí y
otro también a la manipulación, en algunos casos mediática,
que deja un sabor sospechoso. El macrodespliegue policial de
la ‘Operación Duna’ no es de recibo si da la sensación de
que se pretende desviar la atención de otros temas
utilizando El Príncipe y La Cañada. Estamos atacando algo
tan bonito como la convivencia. La seguridad debe ser
sagrada, pero también un elemento primordial para garantizar
la convivencia en el Estado de Derecho. El terror hay que
perseguirlo allá donde se produzca y hay que tener los
instrumentos más eficaces para ahogarlo, pero con un Estado
de Derecho que dé garantías de que es al culpable al que se
detiene. Lo contrario mina la credibilidad democrática,
aunque sigo convencido de que el Estado de Derecho es una
escalera. Puede que en cada escalón la Justicia no funcione
perfectamente, pero al final sí se encuentra la Justicia con
mayúsculas.
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