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OPINIÓN - DOMINGO, 25 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

“El Flauta”
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Hace tiempo conocimos el chascarrillo aquel referido al director que llega a un pueblo con su orquesta en la que “El Flauta” estaba enfermo por lo cual decide, sobre la marcha, contratar a uno de la localidad para sustituirlo, empezando el concierto sin haber tenido la posibilidad de oírlo tocar anteriormente incorporándolo seguidamente al grupo y empezando la exhibición musical de su orquesta. Nada mas comenzar, “El Flauta” empezó a desentonar, por lo que fue llamado al orden por el director, con agitación de su batuta y con ostentosos ademanes para que entrara en “tono” el aludido músico, pero ni por esas. Este seguía a su aire sin enterarse de que debía seguir una partitura y las indicaciones del director. A todo ello, desde lo alto del gallinero de la sala donde se celebraba el concierto, sonaba con estruendo una voz que avisaba al director de que “¡”El Flauta” es un hijo de puta!”. Y así continuamente: el uno desentonando y el otro con el latiguillo de “Sr. Director: ¡”El Flauta” es un hijo de puta!”. Tanto dieron la lata el músico y el espectador, que el director, ya sin otros recursos c on que reparar el desaguisado que se estaba presenciando, se volvió al gallinero y con fuerte voz preguntó: ¿Quién es el hijo de puta que dice que este es un “flauta”?.

Salvando las distancias, las situaciones y la vulgar frase, vemos como en distintos ámbitos de la vida, tanto en lo civil, en lo profesional o en lo político, nos encontramos con personas portadoras de una faz de concha pétrea y unas facultades innatas para el disimulo y el engaño, que carecen de condiciones y disposición constante para las acciones conforme a la ley de la moral, que “son semejantes a un promontorio: las olas del mar se estrellan contra ellas y se mantienen inmóviles hasta que en torno suyo se abonanzan las aguas” (Marco Aurelio)- y que, sin embargo, vienen ocupando altos cargos de responsabilidad, llenos de prebendas y bien remunerados. Y entonces es hora de preguntarse sobre la probidad de ciertos personajes, los menos por suerte, que dirigen a través de sus empleos o cargos parcelas importantes de poder, gobiernos o actividades profesionales, o sea que, como “El Flauta”, están en la “orquesta” por pura casualidad o causalidad (“combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar” y “ley en virtud de la cual se producen efectos”, respectivamente, según el Diccionario de la Lengua Española) en este caso buscadas pero también por aquello de que disponen de una cualidad, (lo que se ha dado en llamar “cogido por los testículos”) que, como una afilada Espada de Damocles colgada por el único pelo de crin de caballo directamente sobre la cabeza del que hay que tener a disposición para cualquier asunto que pudiera interesar, utilizan a fin de conseguir prebendas (no fue así el caso del sustituto del músico) que les mantienen todas las prerrogativas e insaciables apetencias que se proponen, tanto económicas, políticas o sociales. En definitiva: de todo orden. Así han sabido, con habilidad para engañar o lograr artificiosamente, los fines de los que, por desgracia para quienes creen en la bondad y honradez de las personas, vienen se beneficiándose.
 

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