José María Garcia ha
acaparado, durante la semana, toda la atención de los
medios. Y ¡lo que te rondaré, morena! Mientras Jesús
Quintero parece ser que se ha refugiado en casa de una
sobrina que vive en Huelva, para pensar qué decisión debe
tomar ante la censura de que fue objeto su entrevista a El
Butano.
Jesús Quintero es consciente de que hay periodistas
dispuestos a hacerle pasar el quirinal si traga con la
censura y vuelve a la 1 de televisión como si tal cosa.
Porque la fama de El loco de la Colina, ganada a ley,
despierta en Madrid las envidias de quienes han convertido
la capital del reino en un coto privado.
Madrid hace ya mucho tiempo que dejó de ser ese gran pueblo
manchego donde los provincianos acudíamos a ganarnos los “grabieles”.
Un pueblo en el cual los menos habilidosos se quedaban
pegados al asfalto y las pasaban canutas. En tanto otros
conseguían llenar la botarga diariamente y hasta se
permitían el lujo de comerse un pollo en la Gaditana,
asistir al Bernabeú, o a cualquier estreno en cine destacado
de la Gran Vía.
Aquel Madrid, de noches divertidas en el campo del gas,
viendo a Marcos El Maldito hacer pantomimas en una
lucha libre que despertaba pasiones, se ha convertido ya en
una ciudad donde haber nacido allí comienza a ser la mejor
recomendación para obtener cualquier respaldo profesional.
Más o menos para que te permitan pegar petardos en cualquier
actividad y encima publicar al día siguiente que eres un
fenómeno en lo tuyo. Lo he podido comprobar, otra vez -¡y
van!-, en el partido Madrid-Bayern, celebrado el martes
pasado. Existe animadversión hacia los jugadores foráneos y
a los nacidos en la tierra se les permite que hagan de
Guti para aplaudirles incluso cuando ventosean.
En el Madrid actual hay periodistas nacidos en el foro y
también otros muchos que, por llevar allí viviendo más de
media vida, han aprendido lo peor de los nacionalismos
periféricos. Se han convertido en defensores a ultranza de
todo lo castizo.
Así, y volviendo a El loco de la Colina, no es
extraño que a éste le recuerden su condición de listo, en
tono peyorativo, y le hagan ver que Las Ventas no es la
Maestranza ni tampoco el Betis tiene el menor parecido con
el Madrid. En suma, que Jesús Quintero será quien salga
trasquilado de ese pedazo de escándalo que le ha venido a
García como anillo al dedo. Porque cualquier decisión que
tome, que no sea la de dar por acabada su participación en
RTVE, será motivo suficiente para que a Quintero lo pongan a
caer de un burro. Y de ahí a echarse en los brazos del
psicólogo de turno, media poca distancia. Ojalá que no sea
así.
En lo tocante a García, cabe decir que ni a propósito le han
podido hacer mejor publicidad. Le han facilitado la
oportunidad de anunciar, a bombo y platillo, su regreso a la
actividad periodística. Y lo ha hecho a lo grande:
vengándose de Florentino Pérez y de José María
Aznar. Las críticas al primero, pronto caerán en saco
roto; pero las del segundo adquieren en estos momentos una
importancia vital. Puesto que la imagen que describe del ex
presidente del Gobierno es terrible. “Fui a FAES y me
encontré a un hombre lleno de rencor, pleno de revancha. No
es el hombre lúcido que llegó a Madrid para hacerse cargo
del PP. No admitía la derrota. Pero eso no es lo peor, lo
peor es que sigue mandando; es el único que manda en el
partido”. JMG ha hecho de JMG. Se ha comportado de la manera
conocida por quienes lo han frecuentado y han tenido tratos
con él. Jamás ofrece nada a cambio de nada. Y reviste
cualquier traición con cenefas de valentía.
Y encima, desde RTVE, dicen que la entrevista ha sido
censurada por respeto a Aznar. Con lo cual han recurrido al
cachondeo.
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