Tras la jornada de ayer culminada
con la tradicional y multicolor Cabalgata de Carnaval, las
fiestas de Don Carnal ponen hoy su punto y final por este
año. El Entierro de la Caballa pondrá definitivo cierre a
unas fiestas que se han vivido afortunadamente tranquilas en
las que prevaleció el orden y fundamentalmente la compostura
generalizada.
La alta paricipación ciudadana se ha visto refrendada en la
cabalgata que recuperó, por fin, su tradicional recorrido
después no poder disfrutarlo como consecuencia de las obras
de peatonalización del paseo del Revellín. Un paseo que ha
servido de perfecto escenario para el discurrir de los
grupos de calle, de las comparsas, de las chirigotas, de los
cuartetos.
La gracia, la ironía, el ingenio una vez más predominó en
los muy diferentes y variados tipos que se defendieron con
especial donaire a lo largo de este espectacular recorrido.
Miles de ceutíes en las calles, cientos de ellos
participando activamente. En este sentido, el deseo sería
que fuese justo al revés, es decir, miles de ceutíes
participando y cientos mirando, pero por desgracia el
espíritu carnestolendo no termina de cuajar en esta tierra,
24 años de ser retomado en su esplendor, como lo hace en
Tenerife donde el Carnaval de por sí es un sentimiento.
Por lo tanto, desde estas líneas, debemos hacer especial
hincapié y reconocer en su gran medida el trabajo de los que
sí participan activamente en estas fiestas. A los que hacen
coplas, a los que forman grupos de calle, a los
tradicionales Popis, a los que organizan fiestas... a los
que movilizan a la ciudadanía en el sentido más
carnestolendo. A todos ellos el agradecimiento es obligado.
Son ellos los que mantienen la tradición de nuestros abuelos
y bisabuelos, la de nuestros padres la cercenó la censura.
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