Cuando ustedes lean estas líneas
seguramente yo habré acabado de redactar una denuncia por
delitos contra los sentimientos religiosos, vejaciones e
injurias e incluso puede que la haya enviado ya a mi pasante
madrileña, la luminosa Ángela Rodríguez Lutkins para su
presentación en los Juzgados de Guardia de Plaza de
Castilla. ¿Qué dicen? ¿Qué si se trata de algo similar a la
denuncia que presenté contra una tipa que arrojó un Belén a
la basura? Vale. Para presentar esa denuncia estuve
esperando hasta el 24 de diciembre, cumpleaños del Niños
Dios, un pequeño presente simbólico, como el del pequeño
tamborilero. Esta nueva denuncia está siendo mucho menos
emotiva, es más, podría calificarla de “nada” emotiva,
porque, al redactarla, me pueden el asco y la indignación. Y
la pena. Pero solo cumplo con mi obligación como miembro en
activo de “El Clan Ratzinguer” un colectivo que mueve a
cientos de millones de criaturas a lo ancho y a lo largo del
Universo bajo el divino signo de la Cruz. ¿Qué gruñen? ¿Qué
que putada nos han hecho “esta vez” a los cristianos? Será
fácil de entender si vieron ustedes en tele 5 el episodio de
la serie “Aída” del pasado domingo . Para quien no tuviera
el dudoso placer de presenciarlo contaré que, la porquería,
trataba sobre los amores entre la protagonista y un señor
que resultó ser un sacerdote, todo adobado con comentarios
chabacanos tipo “No había empujado tanto desde que se me
averió el coche” en boca del hombre de Dios, obscenidades
múltiples y escenas de ardor amoroso ante el altar mayor de
la parroquia presidido por un enorme crucifijo “¿Estas
seguro? Yo no multiplico como “ese” los panes y los peces”.
El escarnio y el ataque a nuestras creencias fue brutal, el
atentado a nuestros sentimientos religiosos ridiculizando
símbolos sagrados, rozando la blasfemia y cayendo en el
sacrilegio es algo, con precedentes, por cierto, porque
“hacernos sangre” ha salido gratis hasta ahora, pero
especialmente vejatorio y violento.
Será que, los cristianos, tenemos fama de “blanditos” y de
ser como los mazapanes, dulzones y algo empachosos. Y con el
denominador común de la falta generalizada de cojones. La
testiculina se presume a los islámicos, porque, a ningún
guionista de la serie “Aída” se le pasaría por la
imaginación liar a la protagonista con un hombre santo del
Islam ni mofarse del Sagrado Libro del Corán, los guionistas
antes se cagarían de miedo, los personajes se negarían a
protagonizar las escenas sacrílegas y la cadena de
televisión no “osaría” ofender gravemente a los musulmanes
con su emisión, por miedo, porque los islámicos se
revuelven, enseñan los dientes, arman el 2 de Mayo a nivel
internacional, difunden las imágenes blasfemas por internet
y tiene que salir hasta Zetapé pidiendo perdón públicamente
para no joder su “Alianza de las Civilizaciones” que tan
buenos puestecitos representativos va a crear. Con nosotros,
los jiñados católicos, o eso presumen, el tema va de burla y
de hacer pupa, para que lloremos como “nenazas”. O esas han
sido las reglas, porque nos creen una especie de mosaico de
soplapollas, sin unión y sin dirección, más desamparados y
pasando más fatiguitas que el perrillo de un desguace. ¿Qué
si yo me creo “alguien” para denunciar? Por supuesto, yo soy
persona “muy principal” como ustedes, cristianos o
musulmanes, soy creyente y eso nos hace a todos ser gente
como Dios manda. Cumplo con mi deber y me siento orgullosa y
emocionada de, ante el teclado desteñido por el uso, de mi
ordenador, ser capaz de luchar por mis creencias y por
defender mi fe. Yo nada poseo, todo me es dado por Dios,
tengo, como rifeña, la moral del beduino “tribu y familia”.
Mi tribu está capitaneada por el jefe Ratzinguer y mi
familia son todos los creyentes y todo aquel que, como estoy
haciendo hoy, sea capaz de denunciar a quienes atacan a su
religión.
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