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OPINIÓN - JUEVES, 22 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

El PP a toda máquina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados (Octavio Paz). Resignados, entre otras muchas cuestiones, a padecer las broncas entre quienes desean mantener el poder a toda costa y los que aspiran a recuperarlo. Por ello estamos viviendo ya momentos donde los políticos lucen lenguas viperinas y aparentan, cuando no es auténtica realidad, querer fusilarse con las miradas y los gestos.

Ha sido siempre así, desde que echó andar esta democracia entre nosotros. Y aunque ahora nos parezca que se están pasando de la raya, convendría pensar en aquel tiempo tumultuoso que dio origen a la irrupción de Tejero en el Congreso de los Diputados.

Cierto es que Rodríguez Zapatero ha conseguido irritar a la Iglesia y a la derecha en grado sumo. Pues no se recuerda, ni siquiera en los peores tiempos de Felipe González, que la oposición y sus adeptos estuvieran dispuestos siempre a salir a la calle para zurrarle la badana al presidente del gobierno.

Con ZP, y lo hemos escrito ya varias veces, uno no sabe ya a qué atenerse. Tachado de ingenuo y tenido por criatura delicada y expuesta a los zarpazos de los buitres carroñeros, pasó a ser luego un indocumentado y un tipo tan inconsciente que causaba vergüenza ajena. No faltaron quienes lo catalogaron de cursi. Un sujeto ridículo por amanerado. Con quien los barones de su partido se harían tirabuzones. Y un día nos levantamos y quedamos enterados de que el inquilino de la Moncloa era un malvado; un tipo que tenía tripas por estrenar; de esos que no son buenos ni picao pa albóndigas. Y, además, por ser malvado se le había acabado la baraca. Vamos, que había perdido esa flor en el culo de la cual tanto se hablaba. Confieso que nunca antes había conocido yo a alguien con tantas y tan distintas condiciones en su haber.

Pues bien, ante un presidente del Gobierno más vapuleado que la flor del vilano, Mariano Rajoy tiene la oportunidad de recuperar nuevamente la Moncloa para su partido. Y es que así se la ponían a Fernando VII.

De modo que la maquinaria del Partido Popular está funcionando a tope para que en las próximas elecciones municipales y autonómicas las urnas sean fiel reflejo de que los populares han recuperado la imagen de alternativa. Debido a que un triunfo les daría motivos suficientes para confiar en la victoria de unas generales que están a la vuelta de la esquina.

En Ceuta, sin embargo, esa táctica le sienta a Juan Vivas como un sombrero cordobés. Y me explico: Vivas no necesita que sus partidarios armen mucho revuelo para obtener otro triunfo sonado. Y es que hablar por hablar, en contra de los demás partidos, puede ser perjudicial para un PP cuya única misión es recoger los frutos que produce la actitud de un mandatario que lleva seis años dando muestras de ser el mejor que pueda tener esta ciudad.

No obstante, la disciplina de partido se impone, en estos casos, y la orden de Génova es que no se pierda la menor ocasión de dañar la imagen del PSOE. Ya sea en materia antiterrorista, de inmigrantes, o echándole la culpa de la mala situación por la cual atraviesa el Real Madrid.

De ahí que Juan Vivas, aunque se coma por dentro, deba poner buena cara cuando senadores y diputado de Ceuta salen largando contra el delegado del Gobierno y contra los ministros socialistas. Máxime cuando los populares están convencidos de que si Mariano Rajoy no es capaz de poner a ZP fuera de la circulación, con el desgaste diario a que está siendo sometido, pasará mucho tiempo antes de contar con otra oportunidad tan favorable. Situación, sin duda, que puede ser desastrosa para Rajoy. Y, desde luego, para el PP.
 

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