A una tarta de rica miel, tres
“trincones” acudieron, que por golosos quedaron preso de
pata en él. Esta es la historia de los tres “trincones” que
sólo quieren ser ellos los que se coman la tarta,sin
permitir que nadie se lleve un pedacito por muy pequeño que
sea de la tarta que hay que repartir.
Uno de los “trincones” jura y perjura, aunque eso de jurar
está una jartá de feo, que él nada tiene que ver con el
asunto de querer llevarse un mayor trozo de la tarta. Uno
que es muy desconfiado no se lo cree porque es también de lo
que les gustas más un euro que chuparse los dedos mientras
come miel. Haciendo un esfuerzo le vamos a dar un voto de
confianza pero sin duda, ni un sólo momento, que tiene algo
que ver en el asunto.
La pregunta sería, quién es el cerebro gris del asunto. Y la
repuesta, a la misma, encerraría una gran dificultad, porque
cerebro gris entre los tres, es algo que brilla por su
ausencia. Habría que tener una imaginación a prueba de
bombas para poder encontrar un mínimo de materia gris en
esos cerebros atrofiados por el gusanillo de la ignorancia.
Son tan sumamente ignorantes que cuando preparan alguna
jugada, para “trincar”, la ven venir hasta los más tontos
del lugar. ¡Vaya trío!.
Lo que se traen ahora entre manos y en ese secreto a voces,
porque, como he dicho antes, hasta los más ignorantes de dan
cuenta de la jugada, es quedarse en el reparto de la tarta
con la mayor parte posible. Para ello seguro que han estado
reunidos, este impresionante “trío de trincones”, varios
meses madurando el asunto. Y un buen día, seguramente, el
perteneciente al “trío de trincones” traído de allende del
estrecho, le dijo al trincón del aro del cubo en el culo:”
¡Ya lo tengo!. “Lo que podemos hacer es ir invitado uno más
de nosotros y, de esa forma, a la hora de repartir la tarta
nosotros nos llevamos dos partes y el otro invitado una
sola. Con lo cual, nos llevaremos el doble de lo que se va a
llevar él”.
Ante tan fenomenal hallazgo, se fueron a celebrarlo por todo
lo alto, y a brindar, por esta nueva ocasión que les iba a
permitir llevarse un trozo más de la tarta. Pobrecitos, no
son más inútiles porque no entrenan par de minutos al día.
La jugada está tan cantada que hay que estar a la altura de
su nivel cultural para no verla desde lejos. Y estar a la
altura del nivel cultural de este “Trío de trincones”, es de
los más sencillo del mundo, bastas con ser un ignorante.
Ante la jugada preparada por estos genios, no sé si
tomármela a broma o darles algo de caña para se enteren, de
una vez por todas, de que en esta tierra el más tonto de
ella hace televisores en color. Y no creo que el encargado
de repartir la tarta, vaya a hacer un trozo más de los que
ya está dividida, por la sencilla razón de que sabe que nada
le reportaría en su beneficio y, por el contrario podría
crearse, sin necesidad, más de un problema. A pesar de que,
el propietario de la tarta a repartir, pudiese recibir
alguna presión desde su propia casa. Pues ni así creo que
fuese capaz de consentir lo que prepara el “Trío de
trincones”, con el reparto de la tarta.
A una tarta de rica miel, tres trincones acudieron, que por
golosos quedaron presos de patas en él. Y al decir lo de
“presos” no tiene nada que ver con Alahurín.
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