Pensar globalmente y actuar localmente. El viejo esquema de
pensamiento ecologista supongo que se lo habrá aplicado, a
su modo, el vecino del pueblecito manchego de Real de San
Vicente, G.R. que el pasado viernes mataba con un hacha a
tres familiares directos y hería a otros dos, antes de
acabar con su vida arrojándose al vacío desde un noveno piso
en Talavera de la Reina.
Incredulidad. Horror. Condena. Los vecinos de este apacible
pueblo no acaban de creérselo. Una mujeruca, a la que pude
escuchar en uno de los numerosos canales televisivos que
acudieron al olor de la noticia, explicaba a su modo lo que
había podido ocurrir. Resulta que este buen hombre -y lo
digo con todas las de la ley-, tranquilo, afable, trabajador
y amante de su familia... no había podido más. ¿Acaso se le
cruzaron los cables?.
No lo creo, más bien parece la suya una decisión
valientemente pensada, con mucho cuajo. Sí, amigo lector,
estoy echándole un capote, un caritativo epitafio, a este
buen hombre -todo lo indica- de aquél lugar de La Mancha del
que todos, el viernes, pudimos acordarnos.
Este hombre que había llevado años cuidando a su hermana
(¡con qué cariño le cortaba las uñas!, narraban sus
vecinos), a su madre de noventa años y con Alzheimer
avanzado, inválida en una silla de ruedas, a su mujer
también con disfunciones motoras, a un hijo de 27 años con
problemas mentales, a una hija de 22 años deficiente
psíquica... Siempre ahí, al quite, responsabilizándose de
todo.
Pero he aquí que los médicos le detectan un tumor en la
cabeza y, agotado física y mentalmente, toma la decisión
fatal: si yo falto, ¿qué será de los míos?. ¿Quién los
cuidará?. Nó, no estoy justificando nada. Pero si éste buen
hombre, buen padre, buen esposo hubiera tenido la garantía
de que, en caso de faltar él, su familia quedaría
debidamente atendida, quizás no tomara la macabra decisión
que llevó a cabo el pasado viernes.
Esto parece un suicido inducido, más aun: un suicidio
múltiple. G.R., intuyendo que no puede seguir a ese ritmo
por mucho tiempo, decide en un supremo acto de entrega y
amor ahorrarle futuros sufrimientos a esa familia que tanto
ama y por la que toda su vida se desveló. Respeto y piedad.
Este drama no es, ni de lejos, un acto más de vulgar
violencia doméstica. Descansen todos en paz.
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