¿Les interesa a ustedes el
referéndum andaluz? ¿Qué dicen, que relativamente? Pues me
parece mal que ustedes sean tan ceutillitas de la capillita
y que barran para su propio Estatuto porque, no deben
olvidar que, lo que es de España, nos concierne directamente
a todos los españoles. No en vano hemos mamado de idénticos
arquetipos mágicos y echado raíces en el paleolítico y antes
aún. El primer periodista de la Historia, el cronista romano
Estrabón dice en sus entretenidas crónicas que, cuando llegó
a la piel de toro encontró a iberos y tartessos con cantos,
leyes y costumbres que databan, al menos, seis mil años de
antigüedad, que vienen a significar seis mil años de
españolidad anteriores a la invasión del Imperio guiri de
Roma. ¿Qué musitan? ¿Qué los legionarios acabaron esposando
a nuestras rotundas féminas y comenzando a reliar el
batiburrillo genético. Sí, es verdad y encima nos llenaron
de latinajos y construyeron calzadas y maravillas
arquitectónicas sobre el emplazamiento de nuestros lugares
de culto, esos que exudan y transpiran energía telúrica de
la buena.
Y es que, los españoles, somos muy mágicos porque somos muy
antiguos , más que los atlantes que desembarcaron en plan
Robinson Crusoe en nuestras costas de Cádiz y se liaron a
tallar la piedra con lo poco que tenían, pero trajeron ideas
modernas, creencias, valores y arcanos asimilables. Todos
los hispanos descendemos de idéntica Magna Mater y fuimos
alumbrados en el sancta santorum de unas cavernas que eran
camino iniciático. Quien no entienda estas sencillas
palabras que pertenecen a nuestra memoria histórica
colectiva es porque no está en el ajo de la realidad
española, que es lo que es, como es y como fue y no se puede
amoldar a novedades ni zarrapastrerías impuestas.
Dejo la Magna Mater y la energía telúrica, porque ustedes la
poseen en grado superlativo, con el monte Acho a la vera
oxigenando los espíritus. De eso habría de hablarse en los
folletos turísticos: de la energía telúrica que se recibe,
totalmente gratis y sin canon por uso y abuso, al
desembarcar en Ceuta. Y la energía emanante y dimanante de
la piedra es sanadora, eso lo sabemos desde antes del tiempo
de los druidas celtas, la piedra cura, regenera, conforta y
nos devuelve a las cavernas donde, nuestros ancestros,
dibujaron con maestría corzos y bisontes, hembras preñadas,
peces y manos. Lo que vengo a decir, tras estos bandazos
nostálgicos (soy una romántica empedernida y nuestra
Historia común me tiene enamorada) lo que vengo a contar es
que siendo ayer media tarde el nivel de participación en el
referéndum era bajísimo. Y eso que, las fuerzas vivas, se
han movilizado pidiendo unitariamente el sí. Pesoe y PePé a
la par, con exhibición de artistas como Estrella Morente
pidiendo la participación y la afirmación, porque es bueno
para Andalucía. Pero ayer fue domingo y la gente corriente
llega a los domingos ya preocupada por la inminencia del
lunes y agobiada por los problemas reales, todos hemos visto
el despliegue de medios de la consulta, pero nos angustian
la inseguridad y la delincuencia, la usura bancaria, los
tiburones inmobiliarios, el hecho de que, nuestros
brillantes mileuristas no puedan acceder al alquiler de una
casa digna porque los especuladores alquilan ochenta metros
por mil euros para meter a cuarenta inmigrantes. El Estatuto
puede ser bueno pero ¿En que va a repercutir directamente en
el derecho de los andaluces a ser felices? Es decir, a estar
seguros, no ser esquilmados, gozar de libertad, disfrutar de
calidad de vida y todo aquello que contribuye a lograr la
felicidad. El Estatuto lo han cocinado en los fogones de esa
clase política que es casta de brahmanes. Y es que, desde la
lógica más simplista, se agradece el esfuerzo intelectual de
los autores, pero, el pueblo, todo el pueblo, España,
preferiría que ese esfuerzo fuera encaminado a labrar el
camino de nuestra felicidad.
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