Mustafa Mizzian parece
haber decidido, definitivamente, que el PDSC no participará
en la coalición formada por la UDCE e IU. Y, por tal motivo,
le han dicho que siempre ha hecho buenas migas con la
derecha. Menos mal que ni Mizzian ni Mohamed Chaib,
en su momento, cayeron en las redes del GIL. Y mira que los
gilistas eran dadivosos a la hora de convencer a quienes
necesitaban.
Porque aquellos tíos, conocedores del sitio que pisaban,
ponían la pastizara por delante y había que ser muy honrado
para decirles que se metieran los euros por donde Luis
Aragonés dice que no le cabe ni el bigote de una gamba.
Que fue la decisión que tomaron Chaib, Mustafa y Hakim
Abdeselam. Y de no haber sido así, seguro que ahora
tendrían que soportar un aluvión de críticas negativas.
Mustafa Mizzian, incluso en los momentos más complicados
para su partido y para él, no se ha cortado un pelo a la
hora de decir que con el Partido Popular los musulmanes
viven mejor. Y, por tanto, siempre ha sido coherente con
esta afirmación. De ahí que el año 95, no dudara en darle su
voto a la fuerza más votada; en el 96, cuando Basilio
Fernández perdió la mayoría, no aceptó las promesas de
CEU; y sin embargo le dio el sí a los populares a cambio de
acceder a la consejería de contratación. Y en el 99, con
tres diputados, los dirigentes del PDSC fueron capaces de
desechar todas los ofrecimientos millonarios que recibían de
los gilistas.
Semejante actitud, nunca valorada en su justa medida, fue
además castigada con saña por quienes vieron en ciertos
incidentes la oportunidad de vengarse de los que habían
contribuido, por medio del voto de censura, a echar al GIL
del gobierno. Cierto es que tanto Mustafa como Chaib fueron
víctimas de un estado emocional puesto al servicio de una
causa en la cual los más beneficiados eran, sin duda, los
miembros del PP. Y el yerro, junto a la animadversión de
cierto político, los condujo a ser juzgados.
Aún recuerdo a los dos dirigentes del PDSC sentados en el
banquillo de los sufrimientos, soportando las inclemencias
acusadoras y viviendo unos momentos que además de
desagradables pueden ser motivos suficientes para despertar,
por medio de la angustia, cualquier enfermedad latente. Y
tanto... Y para muestra un botón: el calvario vivido por
Chaib, casi inmediatamente. Por todo ello, me parece absurdo
tildar a Mizzian de ser muy de derecha, cual si fuera algo
de lo que tuviera que avergonzarse, cuando lo único que ha
hecho desde que decidió participar en la política activa es
pactar siempre, que ha sido necesario, con el PP. Y con esos
pactos los dirigentes del PDSC consiguieron que los más
necesitados encontrasen en ellos personas dispuestas a
solucionarles muchos de los problemas. De lo contrario,
jamás se le hubiera ocurrido a Mizzian decirme, en una
entrevista, que con el PP los musulmanes viven mejor.
Vayamos al grano: los políticos están para servir a los
ciudadanos. Lo cual no admite discusión. Ya que los grandes
asuntos de Estado pasan inadvertidos para quienes han de
vivir pendientes de cómo poner la olla diariamente, obtener
las becas correspondientes para sus hijos o ver de qué
manera se les acondiciona una casa que se está viniendo
abajo. Esas situaciones, además de otras grandes
necesidades, que desgraciadamente todavía existen en gran
parte de la población, son las que han de ser solucionadas
por quienes obtuvieron el voto de cuantos viven en estado de
gran precariedad. Misión cumplida más que bien por el PDSC.
Lo cual no quita para que los partidos políticos tengan
otras aspiraciones. Pero lo primero, al margen de las ideas,
es ayudar a los menos favorecidos. Es la base para pensar,
luego, en hacer política de altura.
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