Mal servicio se hace al carnaval y a la libertad de
expresión cuando se parte de un supuesto falso para
argumentar una serie de cuestiones que resultan inventos “de
facto”. Y esto le sucede a ese adalid de la libertad que es
Jorge Pérez Blanca, que además se erige en poseedor de la
verdad absoluta en sus comentarios como el publicado el
pasado miércoles en la página 3 de El Pueblo de Ceuta.
La falta de rigor a la hora de aseverar que Radiotelevisión
de Ceuta va a cortar la emisión cuando actúe el grupo de su
hijo es atentar a la verdad de algo que, por principio,
jamás se ha de hacer cuando se presume de defender la
libertad de expresión.
Acusar a un compañero de esta empresa como Salvador
Jaramillo de “peligro público”, aparte de magnificar el
término sin justificación alguna, no deja de ser un
despropósito de alguien que no puede disimular su
animadversión hacia el acusado.
Y si además se aprovecha una columna de periódico para
reclamar públicamente que un trabajador se quede sin trabajo
en base a todo el sainete que Jorge Pérez Blanca esgrime,
habrá que convenir que el enemigo público número uno del
carnaval es el propio Jorge Pérez Blanca que, un año después
de la desafortunada actuación del grupo de su hijo, aun
demuestra tener cuentas pendientes.
Si la actitud familiar de un señor, ahora covertido en
columnista, es arremeter contra un medio de comunicación
como este, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid
y dando rienda suelta a sus rencores bajo el señuelo de
adoctrinarnos, comete un craso error y se equivoca de
objetivo.
En el mundo del periodismo cuando se alza un estandarte de
cualquier tipo conviene recordar el mensaje bíblico de que
quién esté libre de pecado que arroje la primera piedra.
De manera que Jorge Pérez Blanca no de lecciones de nada, y
si desea hacerlo, mire para otro lado.
Esta televisión no es como el la describe. Su ensoñación es
producto de una idea fija que sólo existe en su mente.
De manera que acaba de hacer una mascarada y, además, fuera
de concurso.
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