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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Las pasarelas
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

En los últimos días no hay telediario que se precie donde no aparezcan noticias sobre las pasarelas de la moda y los consiguientes comentarios sobre las modelos a quienes se exige un índice de masa corporal de 18, con imágenes de bellas señoritas pesándose y tallándose. No obstante, ese índice sigue haciendo de las jóvenes modelos chicas filiformes, pero sin el espectáculo lamentable de pobres niñas escuálidas, artificiosamente enflaquecidas y de talla 34 para 1’ 80 de estatura. “Modelos enfermas” las denominan y resaltan el pésimo efecto imitación que pueden tener para las adolescentes, con el fantasma de la anorexia y de la bulimia sobrevolando mentes juveniles.

“Trastornos alimentarios” los llaman y casi siempre se refieren a ellos circunscribiéndolos a edades tempranas, aunque también se está dando la enfermedad en edades adultas y daré mi testimonio, como la modelo Nieves Alvarez que escribió el libro “Yo vencí a la anorexia”Pues bien, yo no la he vencido y tengo “el problema” aunque controlado e identificado, estudiado y meditado, a mí no me sobrevino por ansias de ser top model, sino porque, mi sesera se agotó, se me cansó el cerebro, se puso en plan nihilista y ordenó a mis mandíbulas que no masticaran y yo no podía masticar. Hasta que me hartaron de antidepresivos tricíclicos y entonces lo mastiqué todo a la vez, hasta que noté que me iba chico el traje de los juicios y, no es que recayera, sino que comencé a controlar las crisis de nocilla con cuchara y bolsas de patatas fritas, a racionalizar y a tratar de vocalizar eso de “tengo “el” problema” cuando lo vocalizas te empiezas a curar. Y muchas jóvenes modelos tienen “el” problema, aunque lo asqueroso y rechazable es que traten de convencernos de que, un escuálido y enflaquecido saco de huesos y cartílago luce como “nadie” las creaciones de los modistos.

Dicen que, las anoréxicas quieren (o queremos) ser ángeles absolutamente andróginos, pero entonces hay que alargarse a nuestras representaciones pictóricas religiosas a lo largo de los siglos. Servidora, para eso, ha sido afortunada porque he tenido el privilegio de ver pintar románico sobre tabla y con pintura al agua fabricada con pigmentos naturales y pátina de clara de huevo a mi anciano esposo el pintor. También me he extasiado ante el gótico y sus sombras de alas alargadas, algunas irisadas como las de los pavos reales, absolutamente místicas. Pero ni en la pintura gótica ni en la románica he visto a ángeles, serafines, querubines o arcángeles huesudos ni con aspecto de haber pasado por una hambruna, de puro encanijamiento. ¡Y no digamos las expresiones renacentistas! Carnezuelas sonrosadas y aspecto orondo sin caer en los excesos de hoyuelos del maestro Rubens. La anorexia no fabrica ángeles sino espectros descarnados que nunca pueden ser modelo ni referencia para gente que esté mentalmente equilibrada. Sin que ello suponga un ataque al desequilibrio, del que soy un claro exponente, pero, si el desequilibrio se desmenuza, se estudia, se observa con minuciosidad, se piden libros científicos para hincar los codos, se indaga en el mágico universo de los neurotransmisores, es decir, si se aprende a controlarlo, se puede sobrevivir con él, con ayuda química, pero se vive. Pasarelas… Cuantas jornadas a régimen de agua y manzana esconde su nombre. Pero ¿Quién establece los parámetros Dita Von Teese, el ángel de la burlesque, absolutamente mágica o una adolescente huesuda y casi transparente en plan “espíritu de la golosina”? Se lo digo yo: os parámetros los establecen el psiquiatra y el nutricionista cuando dicen “Tienes el problema” y entonces es que lo tienes y hay que empezar a luchar.
 

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