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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

Seis años en el cargo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Juan Vivas ha cumplido seis años como presidente de la Ciudad Autónoma. Lo cual ha sido aprovechado por Antonio Gómez, director de este medio, para hacerle una entrevista. Y la verdad es que le ha quedado muy bien. Máxime cuando uno sabe que el presidente jamás se sale del guión establecido y responde siempre de la misma manera a las preguntas que siempre se le vienen haciendo desde que participó en el voto de censura al GIL.

Ello demuestra que goza de una memoria privilegiada y que no está dispuesto a que le cojan en ningún renuncio. De ahí que siga pensando que hizo muy bien en primar a todas aquellas personas que tanto colaboraron para que Jesús Gil y Antonio Sampietro pudieran hacer su agosto en esta ciudad.

Estoy de acuerdo con el presidente en cuanto a que hubiera sido una canallada perseguir a quienes se convirtieron en apologistas de un partido cuya única razón de existir era el trinconeo. Y cualquier duda al respecto ha quedado más que aclarada con la Operación Malaya.

Hasta el punto de que muchas veces pienso qué hubiera sido de Ceuta si Luis Vicente Moro, en su mejor actuación, no hubiera urdido la trama conveniente para acabar con el poder de los gilistas. Ahora bien, una cosa es no ensañarse con quienes paseaban la ciudad montados en camiones preparados para engatusar a las gentes, y otra es haberles ayudados a escalar puestos en sitios donde trabajan poco y ganan mucho dinero. Pues eso tiene un nombre: disfrute de canonjías.

En este caso, y lo sabe bien el presidente, no entiendo las razones por las cuales se tupió esa trágala. Mejor dicho: creo saberlas; pero siguen sin parecerme que hubieran sido necesarias para desalojar del Ayuntamiento a quienes venían con ánimos de llevarse incluso los sillones del salón del trono.

Otra pregunta, que Juan Vivas despacha siempre con las mismas palabras, es la correspondiente a José María Aznar. Nuestro presidente se deshace en elogios hacia la figura de alguien que pasea territorios estadounidenses cual si fuera un Lafayette redivivo. A mí me gustaría que JV, si le vuelven a preguntar por JMA, contestara que está hasta los cojones de hablar de éste. Tal y como me dijo a mí, durante una entrevista, la guapa Carmen Romero, delante de María del Carmen Cerdeira: “Manolo, estoy hasta el moño de que me pregunten por Felipe González. Menos mal que tú no los ha hecho”. Y a partir de ahí pude yo disfrutar de las ocurrencias de aquella Carmen, sevillana, que nada tenía de cigarrera, y mucho de mujer española.

Lo que sí es verdad, una indiscutible verdad, es que JV ha conseguido, entre otros muchos logros, que la institución sirva para arreglar los problemas de los ciudadanos y nunca para ser escenario de escándalos. Una especie de pista de circo donde los plenos parecían más bien funciones tragicómicas. Y que conste que esas representaciones no fueron exclusivas de la época del GIL. Ya que mucho más atrás, cuando a mí me daba por cubrir los plenos, el espectáculo circense también estaba más que asegurado.

De ellos, de aquellos plenos tumultuosos, podría muy bien escribirse una comedia tan divertida como grotesca y cuyo éxito estaría más que asegurado. Me parece estar viendo la figura de aquel alcalde, atrabiliaro y tronante, reclamando la presencia de policías locales para desalojar de la sala a quienes tampoco daban muestras de ser muy respetables. ¡Qué tiempos!... Unos tiempos a los que algunos quieren volver para protagonizar indecorosas pajarracas en los plenos.

Juan Vivas ha cumplido seis años en el cargo y se le auguran cuatro más con mayoría absoluta. La cuestión, créanme, no tiene vuelta de hoja.
 

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