Pero como me reconcomía la
probabilísima excarcelación del asesino de Juana Chaos no
tenía el cuerpo para alegorías. Por cierto ¿A ustedes les
incomoda que escriba a veces utilizando el habla andaluza?
Lo digo porque existen analfabetos funcionales que me
“acusan” de inventarme el idioma cuando no hago más que
poner en práctica las directrices del Congreso Anual de
Escritores Andaluces que se celebra cada año en Ronda. Y
además, si invento palabras deberían alabarme y no
criticarme, porque soy humilde exponente de que, nuestro
precioso idioma español, crece y se enriquece, fluctuante y
acompasado como una medusa lingüística, de la mano
terminológica, tanto de académicos como de barriobajeras,
que todos somos hijos de Dios. Además, como los gusanos
acaban comiéndose la sinhueso, lo que se comen los gusanos
que lo oigan los cristianos.
Uso y abuso del verbo andaluz. Pero ayer, sin meterme en
algarabías ni andalucismos, me quedé de cuadros ante una
noticia que apareció en el diario Sur. Se trataba de los
consejos que daban las ¿Oenegés? Sobre el día de San
Valentín. ¿Qué por que me interrogo sobre las Oenegés? Pues
porque, si no reciben subvenciones ni prebendas y funcionan
con lo que, malamente, levantan sus miembros, son
auténticamente No Gubernamentales, pero si chupan de la
tetuela prolífica de las Instituciones y del erario entonces
son Osigés, es decir, Si Gubernamentales. Estas no sé por
que andurrial echarían el bofe, pero daban unos consejos
casi paranormales para evitar la contaminación y el cambio
climático. Que ciertamente es algo que a todos angustia y
preocupa, sin que, por ello, en esta península ibérica,
acometa a las autoridades la fiebre de construir pantanos,
montar desaladora tras desaladora y reforestar los terrenos
baldíos.
Al revés, se reforesta con ladrillo y cemento y el poco
verde que se vislumbra es el de los gélidos campos de golf.
A lo que iba, las apreciaciones de los onegestistas no
consistían en el “plante usted un árbol por San Valentín”
sino en elucubraciones tipo “Si regala bombones que sean
autóctonos, porque el transporte de bombones contamina” “Si
va a un restaurante pida alimentos ecológicos” y “Si regala
flores que no sean de importación, porque, la importación es
contaminante” ¡Unas cosas más raras! En verdad, cuando
compramos una flor no preguntamos si es española o viene de
Marruecos, porque da igual, es bella y si encima genera
prosperidad con su comercialización, es también buena. En
cuanto a comer ecológico, eso querríamos todos, si los
alimentos naturales no fueran tema de “El rincón del
gourmet”. Ustedes tienen suerte con el vergel marroquí a la
vera, pero nosotros, en la piel de toro, tenemos el postre
que no se destina a la exportación. Los productos señoritos
se van para Europa y aquí queda lo que no quieren los guiris
y encima terriblemente encarecido por el cáncer de los
intermediarios.
Tanto consejo cursi y tanta mandanga me parece un poco la
cagaíta de la paloma y el cogérsela con papel de fumar, lo
importante es que, todo el sea afortunado, ayer regalara una
flor o unos bombones y encima se pagara una mariscada,
sintiéndose feliz y satisfecho. ¿Qué si yo recibí flores?
No, porque mi Erik, el pintor, está encamado, pero se las
regalé a mis dos hijos, que me tienen enamorada, como a
ustedes los suyos, apuesten lo que quieran a que sí.
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