Hay personas a las que les gusta
filtrar cosas, contarme chismes que van a suceder y,
servidor, pues a escucharlos pórqueme dan material
suficiente para escribir cada día. Por supuesto que no creo
en los rumores ni en los cuentos chinos y por todo ello, por
esa falta de creencia, antes de hacer el más mínimo
comentario sobre lo que me cuenta, hago mis averiguaciones y
una vez realizadas, las mismas, escribo sobre ello o lo tiro
al gran archivo que es la papelera.
Tener fe en los rumores es un gran error porque, digan lo
que digan los demás, los rumores no son ni mucho menos la
antesala de la noticia son, simple y sencillamente, rumores
sin más base de sustentación que la que le quieran dar
aquellos que se los quieren creer. Hubo un periódico de
tirada nacional, que toda la información la basaba en esos
rumores y sucedió, lo que tenía que suceder, que cerró.
Por todo ello jamás escribiré sobre rumores ni, por
supuesto, creeré todo lo que me cuenten porque eso es una
espada de doble filo. Hay quienes cogen a periodistas
incautos, que haberlos haylos, y desde sus puestos de mando
le filtran noticias que sólo valen para defender sus
intereses o para que el periodista en cuestión, “largue”
contra alguien, lo que a ellos les falta el valor suficiente
para decírselo a la cara. El periodista, ante la amistad que
le muestran estos “mandas”, empiezan creerse tener un gran
poder sobre la ciudadanía y que sus escritos son devorados
por los lectores ante todo lo que, en ellos, dicen. Sin
darse cuenta de que son manejados como simples muñecos de
polichinela y que el día que no los necesiten, les cortarán
los hilos e irán a parar al cubo de la basura.
A lo largo de más de cincuenta años escribiendo en los
papeles, jamás he permitido que nadie me ordene lo que tengo
que escribir, ni he permitido que se me maneje como a un
polichinela por muy alto que fuese el “manda” de turno y que
conste, en acta, que algunos lo intentaron. Quizás por mi
forma de ser, de la que me siento orgullosos por la defensa
de mi independencia, se me niegue el pan y la sal aunque,
ese pan y esa sal, me correspondan de pleno derecho. Algo
que me la trae floja al tiempo fresco del poniente. Soy como
decía mí abuela sobre las lentejas, “el que quiere las come
y el que no las deja”. Mi independencia y mi libertad no
tienen precio.
Por ello, cuando me han filtrado la noticia, una vez
comprobada la veracidad de la misma, estoy en condiciones de
asegurar que cuando se conozca la lista de los populares,
algunos se van a asombrar de ciertos personajes incluidos en
la misma.
Mismamente, el menda mostró su asombro, al conocer la
identidad de ciertos personajes pero, después, pensándolo
fríamente, acerté a comprender su inclusión en la misma. Los
amigos están para algo que, para eso, los amigos, son los
amigos y amigo no hay más que uno y a ti te encontré en la
calle.
Oiga, amigo guardia, como se dice de la madre que no hay más
que una. Qué tú me invitas allá donde vaya y yo no me meto
la mano en el bolsillo ni para sacar el pañuelo tú, amigo
mío del alma, no te quepa duda alguna, tendrás tu
recompensa. ¡Que grande es ir de “gañote” a todas partes!.
¡Viva la amistad!
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