Acaba de empezar el nuevo año. Se suele decir, “año nuevo,
vida nueva”. La llegada del 2007, como la de todos los años,
se ha recibido con la esperanza de que será mejor que el
anterior. Después, para cada uno, que haga la valoración
correspondiente. Lo que si es de comentar que, según algunos
agoreros, 2007 nos traerá grandes desgracias. ¿En qué se
fundamentan para vaticinar que no será un año bueno? Según
se desprenden de determinadas afirmaciones, posiblemente
amparados en meras coincidencias, los años clasificados como
números primos, no son portadores de buenas noticias. Pero,
si así fuese, cuestión más que discutible, y que no siempre
los “años primos” han sido favorecedores de grandes
tragedias, el recién estrenado año no es primo. El número
2007 es divisible entre 3 y 9, por lo tanto es compuesto, lo
que significa que por esta razón, si que estaremos
“tranquilos”.
Conviene recordar, aunque sea someramente, algo sobre la
teoría de los números primos. Se define como “el conjunto de
los números primos es un subconjunto de los números
naturales, que engloba a todos los elementos de este
conjunto que son divisibles exactamente tan sólo por sí
mismo y por la unidad”. El teorema fundamental de la
Aritmética establece que cualquier entero positivo puede
representarse siempre como un producto de números primos y
esta representación –factorización- es única.
Existen infinitos números primos. Euclides realizó la
primera demostración alrededor del año 300 a.C. Otros
matemáticos han mostrado la infinitud de los números primos
con métodos diversos. A pesar que sabemos que hay infinitos
números primos, aún quedan preguntas en el aire sobre
procedimientos exactos para saber con certeza si un número
determinado es primo o no. Un procedimiento empleado para
hallar todos los números primos menores que un entero dado
es el de la “Criba de Eratóstenes”.
Da la impresión, a simple vista, que todos los números
terminados en 7 son primos. Lo mismo podríamos decir de los
que terminan en 1,3 y 9. En los cien primeros números
“cribados”, los terminados en 3, registran una mayor
frecuencia, seis, de números primos; el resto de los impares
1,7 y 9, presentan una frecuencia de cinco. Es conveniente
recordar que los dígitos 2,3,5 y 7 son primos (el 1, por
convención, no es primo).
El mal que se le atribuye a los números primos, referidos a
años, sucede también con los años impares, generadores de
desgracias. Conozco un caso de un amigo que, cuando aparecen
los años impares, se echa a temblar, ya que seres muy
cercanos a él murieron en años impares. Simple coincidencia.
Basta elegir al azar un año cualquiera, que sea número
compuesto para observar que también en estos años se
producen desgracias. Por ejemplo, el 1982. Haciendo una
síntesis, ocurrieron estos acontecimientos: “ETA asesinó a
42 personas y secuestró a ocho”; “Una semana después de las
elecciones del 28 de Octubre, dos motoristas ametrallaron,
en Madrid, a un general, octava víctima de un militar de esa
graduación”; “El Salvador, país centro americano, vive en
guerra civil desde 1971”; “Fallece la inolvidable Ingrid
Bergman”; “Se resquebrajó la presa de Tous, provocando 40
muertos y miles de desalojos en Alcira”; “Fracaso de la
Selección Española de Fútbol, en nuestro mundial”… Así se
podría contar hasta llegar a presentar más “argumentos”,
para aquellos que sigan pensando en la fatalidad de los años
considerados números primos.
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