¿No les parece que andamos todos
un poco crispados? Con una especie de ansiedad generalizada
que se combina con la irritación crónica. Me comenta un
lector que llama desde un teléfono normal que tiene ganas de
que pase algo “muy” bueno, que acontezca un suceso estupendo
que nos impacte. Mi lector, que se hace llamar Cosme, alega
que, los temporales en el Estrecho le generan claustrofobia,
que los privilegios penitenciarios de los que goza de Juana
Chaos son de Juzgado de Guardia y una bofetada sin mano para
el resto de los reclusos hospitalizados y que, el que hablen
en los telediarios del suicidio con tranquilizantes de la
joven Erika Ortiz le ha causado zozobra.
Y yo me uno a los sentimientos de Cosme, que supongo que
tienen un punto de psicosis generalizada y común a todo el
pueblo español. Lo de Erika me ha impactado ¿Si estaba en
tratamiento por depresión, por qué estaba sola? La soledad
es dura cuando fallan los neurotransmisores y se
desencadenan la ansiedad o el pánico, en esos momentos, para
controlar, no queda más remedio que meterse el Diazepan bajo
la lengua, el Trankimacín o comenzar a ingerir lexatines a
toda pastilla y entre temblores de azogado. La muerte de la
chica ha sido una tragedia y bien podría aprovechar su
hermana la vicisitud para volcarse en una fundación que
ayuda a las personas con problemas mentales. Si. A los que
tienen la mente cortocircuitada y que van desde el bipolar
al depresivo, desde el esquizofrénico al neurótico ansioso,
desde… Porque todos ellos corren el riesgo de cansarse,
fatigarse, ser víctimas de una crisis y a la postre
finiquitarse con esos ali olis de alquimista a los que, la
farmacopea da nombres comerciales y que son remedios
químicos paliativos, que no curativos, o al menos eso me
parece. Lola Flores, esa Faraona cuyo arte no se podía
aguantar sierre decía “Cuando una mujer pare pasa la muerte
por debajo de la cama” Y cuando un enfermo tiene los
remedios sobre la mesilla de noche y las píldoras echamano
siempre a la vera, la muerte acecha desde el quicio de la
ventana. Para muchos enfermos, vivir es claustrofóbico, como
claustrofobia provoca la falta de carreteras y el dar
siempre las mismas vueltas en el coche por los mismos
kilómetros cuadrados. Pero más angustia provoca anímicamente
la nieve en los pueblos de cualquier región, cuando se queda
uno aislado por un manto blanco, allá donde Cristo pegó las
tres voces, donde ni llegan el pan y la prensa y si no falla
la luz milagro es. Hace fuerza mucha fuerza para aguantar
cualquier tipo de aislamiento. ¿Y que me dicen de los presos
que permanecen encerrados entre barrotes?. Claustrofobia y
crispación, nuestra España parece un ascensor de dos por dos
donde nos hemos quedado atrapados, el timbre de alarma no
suena y encima los que están dentro discuten y tienen ganas
de vaciar la vedija, pero, si se pierden las formas, el uno
mea, el otro fuma y el tercero se acurruca a echarse la
siesta se puede liar el dos de mayo.
La sensación de ahogo ante los problemas, el político
catalán que irrumpe diciendo que hay que legalizar las
drogas, los policías que custodian a de Juana y a su régimen
deadelgazamiento indignados y ofendidos, el Otegui hablando
de anexionarse Navarra y encima publicitándose porque no ha
cojones ni valores como para hacerle un boicot informativo
total y para postre Aznar, en plan porculero, con perdón del
atavismo patrio, haciéndose el remolón a la hora de
reincorporarse a su puesto y cumplir con su deber.
Crispación ¿Por qué no nos dan alguna buena noticia? Ería
muy de agradecer.
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