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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

No está el horno para bollos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No es mi costumbre permanecer ante el televisor ni un minuto más de las once de la noche, salvo muy raras ocasiones. Lo hago principalmente cuando juega el Madrid en hora intempestiva y a pesar de los petardos que viene pegando. Y es que mi madridismo se forjó en la niñez y a estas alturas uno no está ya para apasionarse con otros colores que no sean ese blanco inmaculado, por más que Guti y compañía se empeñen en querer demostrarme lo contrario.

Si bien es verdad que, desde hace varias semanas, cada martes mis parpados resisten las acometidas del sueño por mi deseo de ver Madrid Opina. Un programa de debate, presentado por Ernesto Sáenz de Buruaga, y al cual me referí fechas atrás.

Por cierto, los socialistas han decidido no pisar el plató de Telemadrid porque dicen que el reseñado programa carece de pluralidad y tiene como norma ensañarse con José Luis Rodríguez Zapatero. Mentiría si no dijera que los contertulios son más proclives a zurrarle la badana al Gobierno. Pero nunca hasta el extremo, por poner un ejemplo, de lo que sucede en El Gato al agua. Un debate emitido por Intereconomía TV, y que he dejado de ver por su parcialidad manifiesta.

El martes pasado, lo que sí pude comprobar en Madrid Opina, es la tensión que se está viviendo en España. Acierta Pepe Oneto cuando dice que está dividida la Iglesia, la judicatura, las asociaciones de víctimas del terrorismo, los sindicatos, la opinión pública... Y mientras ello sucede, y los políticos hacen uso y abuso de la virulencia verbal, ETA se descojona de risa ante el espectáculo que se está dando.

España, pues, convertida en casa de tócame Roque, impide que los políticos se pongan de acuerdo en cómo afrontar los desafíos de la banda criminal y, desde luego, el modo de acabar, de un vez por todas, con las ambiciones desmedidas de unos partidos nacionalistas que aprietan, sin solución de continuidad, el dogal con que se dejó atar ZP.

Pues bien, a lo que iba... El debate de Madrid Opina reflejaba perfectamente la crispación que se está viviendo en una España que vuelve a las andadas: a dividirse porque los españoles parece ser que no hemos escarmentado de los dramas vividos en guerras inciviles. Perdimos el tren de la modernidad, en el siglo XIX, metidos en luchas intestinas, y así llegamos al XX dispuestos a matarnos a la menor de cambio. Y lo conseguimos sobradamente.

El mejor ejemplo de lo que ocurre, actualmente, lo vi durante el debate de marras. En un momento determinado, Jorge Verstrynge se levantó con ánimos de taparle la boca a Ignacio Villas: director de los informativos de la Cope. Y a punto estuvo de armarse la de Dios es Cristo. Y es que el tal Villa, patriotero santurrón, es capaz de agotar la paciencia de quienes discuten con él.

Nada que ver lo de Villa con las maneras que exhibe Amando de Miguel, sociólogo, por más que éste colabore en la Cope y escriba en Libertad Digital. Da gusto oírle opinar y razonar de cuanto acontece en esta España donde impera el desorden y la gente está descentrada.

Pepe Oneto y Eduardo Sotillo, también contertulios en Madrid Opina, exponían sus opiniones con argumentos y sin salirse de madre. Mas la actitud del tal Villa, y su manera de comportarse, me producía miedo. Ese miedo que uno vislumbra en las personas cuyas ideas convierten en dogmas. Y los dogmáticos, axioma, acaban en fanáticos. Menudo peligro.

En esta ciudad, conviene cuanto antes que la moderación impere en todos los aspectos. Y mal harían los políticos en decir barbaridades para conseguir votos. Y la razón es bien sencilla: no está el horno para bollos.
 

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