Si seguimos con el terrorismo islamista (y le sugiero al
lector que empiece, mentalmente, a separar entre terrorismo
e islamización, extrapolando y lo cito a modo de ejemplo, la
ecuación PNV-ETA), podemos observar que en el resto del
mundo sigue la lucha contra la franquicia Al-Qaïda.
En Turquía, a finales del pasado mes de enero las fuerzas de
seguridad detenían, a la hora del primer rezo de la
madrugada, a 48 activistas de la organización terrorista en
cinco provincias del país: Estambul, Esmirna, Konya, Kocaeli
y Mardin. Enhorabuena.
¿Y en el Magreb, qué?. El miércoles 31 de enero el ministro
de Interior argelino, Dahou Ould Kabylia, afirmaba en el
marco de una reunión con otros colegas árabes del ramo en
Túnez, que los terroristas del GSPC aliados a Al-Qaïda no
eran una amenaza ni para los países del Magreb ni para
Francia. Reacción verbal y a la defensiva cuando,
precisamente, los atentados de la hermandad del terrorismo
islamista multiplica sus atentados en Argelia, lo que está
llevando a una intensa movilización del ejército. Desde las
antiguas tierras de Cartago, tampoco llegan noticias muy
tranquilizadoras sobre el régimen del general-presidente Ben
Ali.Si hace años el atentado de la isla de Djerba sacudió el
país, en diciembre del año pasado y como ya adelantamos, las
fuerzas de seguridad abatían en enfrentamiento armado a 15
peligrosos yihadistas.
En cuanto a Marruecos, dejando a un lado los numerosos
procesos en marcha al entorno islamista radical (desde el
yihadismo salafista al movimiento Justicia y Caridad), se
vislumbra en el horizonte una movida internacional que vengo
siguiendo con particular atención (tuve hace muchos años y
durante varios veranos a dos hermanas bosniacas, de Mostar,
acogidas en casa) desde la década de los noventa. Y me
refiero a la revocación de la nacionalidad, por parte de
Bosnia Herzegovina, a los más de 1500 yihadistas musulmanes
(entre ellos decenas de marroquíes) que se quedaron viviendo
en el país balcánico después de haber prestado sus servicios
militares en la Armija bosniaca, tras la cruelísima guerra
civil entre serbios ortodoxos, croatas católicos y bosnios
musulmanes (la división religiosa es meramente indicativa)
en la que la Yugoslavia creada por el mariscal Tito saltó
echa añicos . Algunos de ellos ya han sido devueltos a
Marruecos. Lo escribí en su momento, hay un relevo
generacional: después de los afganos, los bosniacos. Muchos
de ellos viven, integrados y con familia, en Bosnia.
Otros..... andan por ahí, rulando por el mundo. Se calculan
en 5000 los musulmanes que, desde diferentes países,
acudieron a reforzar las debilitadas líneas del ejército
bosniaco de los que, como ya dije, unos 1500 se quedaron
tras los Acuerdos de Dayton en el país alegando su
militancia en la Armija... o el matrimonio con una bella
bosnia (las yugoslavas suelen ser mujeres de rara belleza).
La iniciativa del estado de Bosnia-Herzegovina no es futil:
la expulsión de los antiguos combatientes musulmanes es una
de las condiciones, sine quan non, impuestas por la OTAN y
la Unión Europea para que el país balcánico pueda adherirse
a las mismas.
Esto está empezando a salir a la luz mientras aun colean los
rescoldos de los yihadistas marroquíes en Irak y la jugosa
polémica lanzada por alguna asociación de derechos humanos,
que no tiene desperdicio, como podrá comprobar el avispado
lector.
Si el pasado 6 de enero las autoridades de Marruecos
informaban de la detención de una célula terrorista (sic) de
26 miembros especializada en enviar yihadistas a luchar e
inmolarse en Irak, la Asociación Marroquí de Derechos
Humanos (AMDH) emitía desde Rabat un polémico comunicado el
11 de enero en el que señalaba, en síntesis, que si por un
lado las autoridades marroquíes perseguían a los jóvenes que
intentaban alcanzar Irak para combatir contra la ocupación
norteamericana y los acusaba de terroristas, por otro
adoptaba una actitud relajada ante los marroquíes que, según
ciertas informaciones, se estarían alistando en las fuerzas
armadas norteamericanas para luchar contar el pueblo irakí y
otros pueblos.
¡Cómo está el patio!
Y todo esto repunta, precisamente, cuando el Reino de
Marruecos se prepara a encarar un año electoral decisivo, en
el que se barrunta la victoria del islamismo moderado
representado por el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD),
que no lo va a tener nada fácil.
|