Y el que avisa no es traidor.
Empecemos. De todos es sabido la próxima celebración de las
fiestas de Doña Carnal, sanas entre donde las haya siempre
que la legítima libertad a la sátira y la juerga se
conjuguen con el no menos legítimo derecho al respeto. Lo
difícil, como siempre, es encontrar y deslizarse si hace
falta, pero sin cortarse, por el filo de la navaja que pone
un tope a las lúdicas reglas del juego, que luego ya vendrá
la estrecha, cateta y censora Doña Cuaresma con las
desagradables rebajas.
También es pública y conocida la agria y dura polémica, con
la fractura social como efecto colateral, que trajo consigo
la polémica e inoportuna representación de una de las
comparsas. No me voy a extender más en detalles y ello por
tres motivos:
1. Las heridas fueron cerradas en falso y mediante buen flus
por medio.
2. Hay, en ciertos ambientes, un resabio de sostenella y no
enmendalla.
3. Mientras, en otros, se ha hecho acopio de lupas de
aumento para observar, al detalle, el concurso de
agrupaciones carnavalescas previsto para el sábado 17 de
febrero.
Por cuestiones que no vienen al caso, me ví impelido a vivir
en primera línea -junto a un periodista de otro medio de
esta Ciudad- los comienzos del desarrollo de las
hostilidades. Fuí testigo del uso y abuso de la demagogia a
uno y otro lado de las trincheras y de la torpe y tardía
reacción del gobierno de la Ciudad Autónoma, con un
Presidente desbordado y, me temo, que escasamente informado
por quien debería de tenerlo al cabo de la calle.
Posteriormente y en un alarde de jeta (la visa es golosa) y
cobardía, quién debería de asumir sus responsabilidades (Es
que no hizo nada, me decía una persona directamente
vinculada al entorno de Vivas. Pues eso, fue mi respuesta:
Por no hacer nada) se escudó (lo que sea, con tal de seguir
chupando del bote) para no presentar su dimisión en una
supuesta solidaridad de grupo.
También desde el sector de los agraviados (desde cuyas filas
también se ofende muchas veces y aquí no pasa nada) se
agigantó el problema, dejando entre unos y otros a la Perla
del Mediterráneo, cara al resto del mundo, a los pies de los
caballos. Ni Vivas, ni Ceuta, ni ninguna de las culturas que
en ella conviven se merecían lo que pasó. Vívas debe andar
muy vivo. Por eso, la entrevista que ayer mismo mantuvo fue
muy oportuna. El Presidente sabe por qué.
|