El viaje a la capital de España se nos hizo relativamente
corto. Nuestro grupo estaba deseoso de pisar ya la estación
de Chamartín y de unirnos a otras personas que, venidos
desde todos los rincones del país, aguardaban el momento de
unir sus corazones y sus almas para clamar, con una sola
voz, que con terroristas jamás se negocia. No sólo veníamos
en representación del Partido Popular de Ceuta, sino también
en la de tantos y tantos ceutíes que hubiesen querido
desplazarse hasta allí y ser participes de aquel mensaje de
firmeza y determinación…un mensaje destinado a todo aquel
que quiera oírlo, a todo aquel que no haga oídos sordos a la
voz del pueblo…a todo aquel que le importe la libertad y la
justicia sin precio.
La víspera de la manifestación, hicimos una parada en una
tienda de bricolaje para comprar unos listones de madera con
los que poder sujetar nuestra bandera, la bandera de Ceuta,
que habíamos llevado para hacer ver con orgullo la presencia
de nuestra comunidad entre la multitud. Nuestra sorpresa fue
ver como el propio dependiente de la tienda reconoció
enseguida nuestros colores y con asombro y satisfacción
gritó a su familia “¡Qué son caballas!”. Conversamos durante
un buen rato con nuestros paisanos, olvidando así el
cansancio del viaje y el frío de la tarde que empezaba a
caer en Madrid. A tantos kilómetros de nuestra tierra,
volvíamos a estar en casa.
Llegado el momento, La Plaza de Colón empezó a cobrar vida
en si misma. Sus calles fueron cubiertas por hombres y
mujeres caminando al unísono, como una increíble marea
humana que empezaba a formarse ante nuestros propios ojos. Y
todos estábamos allí para cumplir un mismo fin, para
alcanzar una misma meta…recordarle al Gobierno aquello por
lo que llevábamos tantos años luchando: Con nuestra libertad
no se negocia.
Paseamos el nombre de Ceuta hasta la puerta de Alcalá,
rodeados de miles…decenas de miles…cientos de miles — ¿qué
más da el número exacto? — de españoles con los que
compartíamos una idea clara y rotunda sobre el final del
terrorismo. En un ambiente de emoción, cordialidad y
compañerismo, íbamos avanzando despacio y reconociendo por
aquí y por allí a viejos compañeros y amigos de nuestro
partido, que nos saludaban entrañablemente.
Entre estos compañeros, no podemos dejar de citar la
satisfacción de andar cerca, muy cerca, de uno de los más
ilustres militantes de nuestro partido, el expresidente del
Partido Popular y del Gobierno, José María Aznar, al que la
gente no dejó de manifestar su respeto, admiración y cariño
durante todo el trayecto. Se mostró cercano y amable con la
gente. Porque en realidad, él era sólo uno más allí, entre
la multitud. Un español más que venía a manifestar su
opinión y que quería hacerse oír como el resto.
Después de más de dos horas de camino, llegamos al final de
nuestro recorrido, con nuestra bandera ceutí siempre
desplegada. Escuchamos emocionados los testimonios y los
sentimientos que crecían haciéndonos sentir menos solos y
desprotegidos…sintiendo que todavía hay esperanza para la
desaparición del terrorismo, pero que debemos hacernos oír
para que el Gobierno no olvide lo que nunca se debió
olvidar: Que nuestra libertad no tiene precio ante el
terrorismo. Nunca se debe negociar con los que nos
extorsionan y matan. A ETA se la vence, simple y llanamente.
Compartimos los aplausos y vítores con esos españoles que
creen en su país y en la libertad sin cortapisas.
Comprobamos como el espíritu de Ermua seguía vivo. Se nos ha
dado esperanza…esperanza renovada en nosotros mismo porque
sabemos que tenemos la capacidad de derrotarlos y que
nuestra gran nación no va a admitir el chantaje de los
asesinos.
La manifestación había concluido. Plegamos nuestra querida
bandera y con ese sentimiento de esperanza y determinación,
abandonamos el centro de la capital de España. Ceuta, una
vez más, ha unido su voz en defensa de una manera de
entender la dignidad de la ciudadanía.
Los “caballas” volvemos a casa.
* Secretaria de Formación del Partido Popular de
Ceuta
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