Tenemos un conocido (una persona
así no puede ser nuestro amigo) que presume, en cuantos
actos, comidas, ágapes, homenajes o cualquier sarao en el
que participe, de sobresalir de los demás y para ello se las
ingenia dando condazos a cualquiera que se le anteponga
principalmente si es delante de una cámara ya sea de fotos o
vídeo. Además presume de muchas cosas hasta de ser un
experto conocedor de vinos y así contemplamos en cierta
ocasión en que asistíamos a una comida familiar, previa a la
celebración de una boda, invitados por el padrino que quería
hacer a todos partícipes de su alegría y satisfacción por el
enlace matrimonial de su hija a celebrar aquella misma
tarde, ante la llegada del camarero para servir los vinos
que se iban a consumir en dicha comida, se apresuró a decir,
en alta voz y a fin que le se le oyera, que él “era un
experto catador de vinos y que conocía las exquisiteces de
todos los caldos que se producen en España, tanto en
Castilla y León, La Rioja, Andalucía, País Vasco, etc. al
tiempo que se permitía el lujo de hacer una descripción (que
se había aprendido de una conocida guía de vinos de España)
de la oferta de zumos de uvas castellanos-leoneses y su
tradición vitícola refiriéndose a continuación, como si se
tratara de un experto conocedor de la vinicultura de la
Ribera del Duero, Rueda, Toro, Bierzo, Cigales, de la Rioja
Alavesa, de la Rioja Alta o Baja, a la excelente calidad de
sus viñedos y del caldo extraído de sus uvas, señalando,
entre otras, las variedades de los Vega Sicilia, Pesquera o
Protos…
Ante tal perorata, el camarero, como viene siendo habitual
cuando se celebra una comida en establecimiento publico, se
acercó al catador y le propuso que probara el vino a
consumir y así el “conspicuo” que nos ocupa se encargó de
explicar, mostrando su copa a todos, meciéndola al trasluz
suavemente para denotar las características, color, aroma y
temperatura del vino, pausadamente, después de husmearla,
con palabras muy claras para mejor hacerse entender: “rojo
guinda intenso con borde cereza-anaranjado mas claro, de
capa media-alta. Aromas de frutos rojos compotados, roble
muy noble, bien integrado, formando un buqué muy de la casa.
De complejo y sabroso sabor en boca, atractivo y envolvente,
con el marchamo de la calidez y persistencia aromática,
según las variedades Carbernet Sauvignon, resto Merlot y
Malbec empleadas en su elaboración, o sea, excelente caldo”.
Ni que decir tiene que el “Catavinos” dejó boquiabierta a la
concurrencia por los altos conocimientos que había
demostrado y no digamos como quedó de embobado el
profesional que se lo sirvió no acostumbrado a oír más que
el asenso de quien de sus manos recibe una copa de vino o la
opinión, antes de acompañarlo a la comida, expresando
aprobación de lo que se le ofrece.
A los postres, ya con el ambiente algo relajado y llegada la
“hora de las verdades” por los efectos de alcohol, alguien
se encargó de aclararnos, reprobando burlescamente la
jactancia y pernicioso defecto del tal “Catavinos”, que no
era mas que un cantamañanas que presumía de ser alguien
importante y de consumir exclusivamente vinos de excelente
calidad y alto precio, así como de tener conocimientos
enológicos cuando, en realidad, en su casa no se bebía mas
que “Don Simón” y, además, se acompañaba de gaseosa de la
mas barata para hacer mas largo su contenido.
(NOTA: No se hace preciso aclarar que nosotros también hemos
tenido que consultar la “Guía de los Vinos Españoles” para
poder repetir lo que el “Catavinos” fue explicando en su
“conferencia”).
|