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OPINIÓN - MARTES, 6 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

¡Ya era hora¡
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Ya era hora de que, un político, usara sin complejos y con la boca llena, la palabra “felicidad”. Si. Ese derecho inalienable del ser humano que, cien veces he reivindicado desde este espacio que debería adquirir rango de norma constitucional. “Los españoles tienen derecho a la felicidad”. Lo demás derechos vienen de seguido, apretujando, dando empellones y como consecuencia lógica de la consecución del primero.

Y ha sido Mariano Rajoy, el hombre pausado, cuyos rasgos distintivos son la serenidad y la firmeza, quien no ha tenido empacho en hablar de que, para ser felices, los ciudadanos necesitan la libertad y que, sin seguridad, ni libertad, ni felicidad ni agua de borrajas. La borraja por cierto, es una legumbre de Aragón muy difícil de conservar, o al menos eso me contaron y yo lo cuento.

Pero ya era hora de que, alguna personalidad relevante, que constituya un punto o sustantivo de referencia, hablara de esa felicidad que es la meta del ser humano. Y que no es un estado utópico, sino la suma de muchos factores, el cumplimiento gradual de las pequeñas o de las grandes expectativas de cada persona.

Abierto el cauce del reconocimiento de ese derecho irrenunciable, tan solo falta que, el PP, rice el rizo y utilice ese factor a lo largo de la campaña, sin empacho, sin temor a repetirse, porque es una alusión que emociona y conmueve, nos hace sentir a todos respetados y queridos. Hace que sintamos que, alguno o algunos, quieren que, antes que nada, veamos cumplidos nuestros deseos más íntimos. Porque es cierto ¿Qué puñetera libertad, de resonancia mayestática y escrita en todas las pancartas de cualquier manifestación que se precie puede haber si vivimos aterrados?.

En los telediarios hablan con soltura de las bandas de delincuentes latinos, muchos ya salidos de cárceles y reformatorios, lo que no es para tranquilizarse y dan por descontado con que hay que conformarse con que, los parques y plazas de muchas ciudades, tengan que estar controladas por mafiosillos importados, mientras los sociólogos explican que, nuestros chicos españoles, atemorizados por los delincuentes latinos, se arriman por miedo a bandas violentas autóctonas para sentirse protegidos. Anta palabrería y tanta zozobra cuando la solución es de cajón : si tan solo en la Comunidad de Madrid tienen fichados a 1.300 componentes de bandas sudamericanas, el pueblo demanda que se incoen 1.300 expedientes de expulsión y que se len envíe a delinquir a sus países. Se irán por el método de la lectura de derechos, previa a la patada en el trasero, los primeros mil, los siguientes , si es que quieren quedarse en España respetando las reglas, se lo pensarán y si no se lo piensan se les expulsa. O si no que convoquen un referéndum y pregunten a la ciudadanía que hacer con las bandas, sean latinas, rumanas, kosovares o de Bielorrusia, la respuesta será unánime y abrumadora.

No hay libertad sin seguridad, con la delincuencia tomando las calles y la policía , jueces y fiscales con salarios de mierda, cuando son, junto a los médicos, quienes más tienen que ganar de España, porque garantizan nuestra libertad a través de la seguridad y garantizan por lo tanto nuestro derecho a la felicidad. Ya era hora de hablar de ser felices y lo ha hecho Rajoy, el PP, por supuesto ¿Quién si no?.
 

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