Es evidente que el sector
terciario, el de servicios, es el que mayor actividad
económica puede desarrollar en una ciudad como la nuestra
donde escasean terrenos para uso industrial (ya sean para
los sectores primarios o secundarios), aunque no sea
desdeñable un impulso más decidido hacia la manufactura que
asoma con cierta timidez ante las puertas del Gobierno de
Ceuta en espera de un respaldo institucional basado en
rapidez y diligencia administrativa, lo que redundaría en
una actividad dinámica que aportaría en no mucho tiempo
movimientos portuarios de gran calado.
Mientras tanto, la Ciudad Autónoma apuesta firmemente en la
potencialidad turística de la tierra. Y no es para menos. La
valía patrimonial de la ciudad es evidente. Los vestigios
legados por cuantas civilizaciones han pasado por Abyla
-como la llamaron los griegos- dan muestra de las
posibilidades de Ceuta si se logra poner en valor
definitivamente los numerosos bienes de los que disponemos.
Si a ello le añadimos su situación geográfica, en Africa
pero con una sociedad y un desarrollo occidental, justo al
lado de un país tan intigrante como atractivo para los
sentidos como lo es Marruecos, tenemos una base lo
suficientemente atractiva como para que, aderezándola en su
medida, despunte en un sector de tanto dinamismo como lo es
el turismo.
En estos momentos el 13 por ciento de los ceutíes que
trabajan, del total de los que se encuentran inscritos en la
seguridad social, forman parte del sector turístico, lo que
conlleva a una contribución del 10 por ciento del PIB ceutí.
El Turismo es un sector en alza en Ceuta que, trabajado en
el buen camino, con pasos sólidos -quizá cortos- pero
seguros, puede redundar en grandes beneficios para el
territorio.
Hasta la fecha, los datos son positivos, pero para dar un
salto además de cuantitativo cualitativo, sería necesario un
impulso muy fuerte como para acortar en fechas la
posibilidad de que Ceuta se gane su sitio como destino
turístico solvente y sólido.
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