Por íntimas razones que pronto comprenderá el lector, me ha
calado emocionalmente el cobarde asesinato de Miguel
Grima, alcalde del pueblecito oscense de Fagó.
El asesinato del alcalde de Fagó me hizo retrotaerme
en el tiempo, pues con apenas treinta años y con menos de
uno en la zona fuí elegido alcalde (independiente) con
mayoría absoluta, también en un pequeño pueblo de montaña,
de unos 700 habitantes y la misma superfie que
Ceuta (sobre 20 km2), de rancia tradición
ganadera y forestal y un enorme potencial turístico en
ciernes. Sé de las presiones (institucionales y sociales),
las envidias, la mala uva y las amenazas, a veces no tan
veladas. Uno de mis errores fue, precisamente, mostrarme
magnánimo en el juicio hacia un turbulento personaje que,
tras un acto público, amenazó literarmente con cortarme la
cabeza. O enfrentarme, a pecho descubierto, a la escopeta de
caza manejada por las manos temblorosas de un anciano por un
asunto de herencia de tierras.
También se impone una reflexión. Como decía Teresa de
Francisco, Vivir en un pueblo empobrece, emputece y
envilece. En los pueblos el odio crece sin agua y sin
abono, asilvestrado. Y una vez nace (por mil y a veces
nimios insospechados motivos) es muy difícil de cortar. No
es extraño pues que en todas las guerras y enfrentamientos
las matanzas más crueles y salvajes se ceben en los pueblos.
Lo vimos en la Guerra Civil española; lo vimos
no hace tanto en los Balcanes; lo seguimos viendo en
Argelia. Al fin y al cabo, los primeros pasos de la
democracia, el ágora, se llevaron a cabo en las
ciudades. Por no hablar de esa banda de asesinos y mafiosos
del País Vasco, ETA, que no ha tenido empacho
en liquidar (hombres, mujeres o niños) a los indefensos
vecinos del paraíso Euskaldún.
Para mí como para todo bien nacido es evidente que un
asesino individual es lo que es. Un vulgar asesino sin
más: negro, blanco o amarillo, creyente o agnóstico, europeo
o africano... Pero, ¿se imaginan ustedes la sibilina
campaña mediática que ya estaría en ciernes si, el
guarda forestal y presunto asesino, fuera del Partido
Popular...?. No quiero hacer política con ello, fácil
es, pero los datos objetivos están ahí a mano, tercos y
acusadores. Mírense al espejo y respóndanse ante sí mismos.
Algo huele cada vez más a podrido en este país que
todavía se llama España.
|