Un profesor comenzó su conferencia
sosteniendo en su mano un billete de 20¤. En el aula habían
200 estudiantes a quienes preguntó: "¿A quién le gustaría
tener este billete de 20¤?" Inmediatamente se levantaron
muchas manos. El profesor entonces dijo: "Le voy a dar estos
20¤ a quien...pero primero déjenme hacer esto." Procedió a
estrujar el billete. Luego preguntó: "¿Alguien lo quiere
todavía?". Las manos se levantaron nuevamente y en mayor
número que antes. "Bien," replicó, "¿qué pasa si yo hago
esto?" Lo tiró al suelo y comenzó a pisarlo con su zapato.
Lo levantó del piso, ahora completamente aplastado y sucio.
"Ahora, ¿quién de ustedes todavía lo quiere? Otra vez las
manos de casi todos los estudiantes se levantaron
rápidamente. "Mis amigos, esta mañana ustedes han aprendido
una valiosa lección. No importa lo que le hice al billete,
ustedes todavía lo deseaban, porque no había perdido su
valor. Todavía vale 20¤." "Muchas veces en nuestras vidas,
somos pisoteados, estrujados, y enlodados por decisiones que
hicimos y por las circunstancias que se cruzaron por nuestro
camino. Nos sentimos como si fuéramos inservibles. Pero no
importa lo que haya ocurrido o lo que ocurrirá, ustedes
nunca perderán su valor ante los ojos de Dios." "Pisoteados,
arrugados, o impecablemente planchados, ustedes son
apreciables para El." El valor de nuestras vidas no se
establece por lo que hacemos, ni por a quien conocemos, o el
dinero que tengamos, ni empleo que ostentemos, ni el cargo
que desempeñamos, sino por los que SOMOS como Seres Humanos.
El Águila del Ala Cortada
Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó sus alas
y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas.
Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y
pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada. Pasó
otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla. Le
arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo.
En repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó a una
liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador. La
vio una zorra y maliciosamente la mal aconsejaba diciéndole:
-No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te
capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de
nuevo y te arranque completamente las alas. Siempre
corresponde generosamente con tus bienhechores, y por
prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan
hacer lo incorrecto.
Pero yo les digo: “Amen a sus enemigos y oren por quienes
los persiguen”. Mateo 5:44
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