Parece, enteramente, como si el
mundo se hubiese vuelto loco e impere, sobre todas las
cosas, la violencia. Raro es el día en que las noticias no
nos traigan algunos sucesos violentos. Mujeres asesinadas
por sus maridos, ex maridos, o compañeros sentimentales,
atracos a mano armada con algún que otro muerto, palizas
dadas en casas asaltadas aunque le botín conseguido sea de
unos pocos euros, padres que acuden a los colegios a
pegarles a los profesores y, así, un rosario de violencias a
las que, de alguna forma, habrá que ponerles punto final.
Los otros días, en una escuela de Jerez, el padre de una
alumna le dio una enorme paliza a un profesor. El asunto, al
parecer, fue debido a que unos albañiles que trabajan en el
recreo, alertaron del peligro que corría una niña de siete
años que merodeaba por aquel lugar y el profesor ante esa
advertencia se trajo a la pequeña a lugar segura.
Seguramente, nos imaginamos, le profesor le echaría la mano
por el hombro para traérsela y la niña, cuando llegó a su
casa, les dijo a sus padres que el profesor el había pegado.
El padre, como parece ser ya es habitual en estos casos, se
dirigió al colegio y le propinó una soberana paliza al
profesor.
Tal y como están las cosas, me cuesta muchísimo creer que el
profesor pegara a la niña, aunque todo puede pasar. Lo que
no encuentro lógico, de ninguna de las maneras, es que le
peguen una paliza al profesor sin haber hablado antes con el
director del colegio, y saber qué era lo qué había pasado. Y
en caso de ser cierto, lo que dice la niña, presentar la
correspondiente denuncia contra el profesor, pero nunca
tomarse la justicias por su mano.
Cuando terminé de escuchar la noticia, me fui a otra cadena
y, en esos momentos, un humorista se encontraba en una clase
de chavales, entre ocho y nueve años, haciéndoles una
especie de encuesta. Le mostró un retrato de Julian Muñoz y
los chavales sabían, perfectamente, quien era y que es lo
que había hecho para estar en la cárcel e incluso su
relación con la Pantoja. A la pregunta de si sabían que eran
las revista y los programas del corazón, los chicos
respondieron con conocimiento pleno del asunto. Y cuando
pusieron la guinda, fue cuando le mostraron una foto del
presidente del Gobierno y respondieron que era El Rey.
Me da la sensación de que el nivel cultural de los chavales
está a la altura de los programas de “telemierdas” que ven.
Igual esos padres, que van a pegarles a los profesores, son
asiduos a esta clase de programas y que permiten a sus hijos
verlos por ser de gran valor cultural.
Antes a los profesores se les tenía un respeto. Ahora, ese
respeto, brilla por su ausencia quizás, también, porque
algunos profesores dentro de esa progresía de la que haban,
han permitido a los alumnos tutearlos. Y, naturalmente, si
tu a un niño le dice que te llame Juan, en vez de don Juan.
El niño, por principio, te llamara Juan, después Juanito y
al final Juanillo y lo próximo cuando le digas algo que no
le guste, como está de igual a igual, te pegará una patada
en las espinillas. Ya se sabe lo que ocurre entre colegas.
Sea como sea la violencia no conduce a nada, sólo a más
violencia. Todos tenemos que poner de nuestra parte, para
acabar con ella y dejar un mundo mejor a posteriores
generaciones.
|