PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - VIERNES, 2 DE FEBRERO DE 2007

 

OPINIÓN / EL OASIS

José Antonio Rodríguez
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Creo haber dicho ya, en otra ocasión, que me fue presentado por Miguel Samiñán, cuando éste regía los destinos de la Cafetería Triana. Y que José Antonio Rodríguez me causó, de entrada, una grata impresión. Pues apenas necesitó esforzarse para ser agradable y lo consiguió plenamente.

Se ganaba la vida como agente comercial y me contó, así por encima, las amistades que tenía en la bahía gaditana. Algunas eran personas muy conocidas por mí. Y pronto me hablaron de él cual alguien que derrochaba simpatía y cuya forma de ser conseguía bien pronto hacerse apreciar por cuantos lo frecuentaban.

No cabe la menor duda de que el saber estar de JAR, su llaneza, y sobre todo el no querer ir más allá de lo que sus posibilidades le permiten, me hizo pensar que estaba ante una persona dispuesta a trabajar siempre sin hacer ruido y, desde luego, carente de sueños de grandeza.

Pasado cierto tiempo, desde que aquel día en el cual Samiñán decidió presentarnos, lo hallé cuando disfrutaba de un cargo en la televisión local y estaba ya a punto de ser designado viceconsejero de Turismo.

Ese día, nos pusimos a pegar la hebra y terminó por contarme sus proyectos y pensé que se había ganado con creces el derecho a una entrevista en la que expusiera las muchas ilusiones con las que llegaba a su nuevo cargo político.

De ahí que me invitó a su despacho, situado entonces en el edificio llamado pomposamente Ceuta Center. Recuerdo su amabilidad y cómo yo lo traté en el periódico: con ese buen talante que uno suele lucir a favor de todos los recién llegados a cualquier actividad.

Resalté, pues, el mejor lado de alguien capaz de adaptarse a muchas circunstancias sin descomponer la figura en ningún momento. Una cualidad que entre hombres de la calle no pasa inadvertida.

Transcurridos varios años desde que JAR y yo empezamos a tratarnos, puedo decir que he seguido con suma atención sus actuaciones cual viceconsejero de Turismo. Y he podido comprobar que ha evitado toda tentación de empeñarse en afrontar tareas faraónicas. Con lo cual ha cumplido en todo momento con lo que dijo nada más tomar posesión de su cargo.

Conviene decir que lo primero que hizo fue vender Ceuta en todos los pueblos blancos de una Andalucía cuyos ciudadanos habían perdido la costumbre de visitarnos. Sí, ya sé que le llovieron las críticas por parte de quienes creían que el trabajo del viceconsejero radicaba en llenar barcos de pasajeros con un único propósito: volver a reverdecer aquellos tiempos donde en cualquier portal, convertido en negocio, se hacían cajas astronómicas.

Pero no sólo lo atacaron quienes pensaban así, sino que los eternos descontentos, esos que nacieron ya etiquetados de exquisitos y se la cogen con un papel de fumar, dieron en la manía, durante un tiempo, de tomarla con el viceconsejero para que Juan Vivas perdiera la fe en él y se lo quitara de en medio. Una campaña destructiva. Sin duda. Y que si bien duró poco no por ello dejaba de llevar implícita las ideas de un miura. Sin embargo, ni unos ni otros consiguieron que el presidente de la Ciudad le retirara la confianza a JAR. Y es que no podía ser de otra manera. Porque lo contrario hubiera sido una injusticia.

Se ha celebrado Fitur 2007: primer acontecimiento del calendario anual del sector turístico. Y allí estuvo Ceuta. Y el viceconsejero de Turismo asumió ya que ha sido su última presencia como cargo en una feria que se conoce al dedillo. No obstante, uno espera que tras las elecciones JAR vuelva a estar en el mismo sitio, llegado el momento, y trabajando con el mismo acierto.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto