Que el gobierno de España va a
estar siempre dilucidándose básicamente entre el Partido
Popular y el PSOE es una obviedad manifiesta incluso para
los que no piensan en el bipartidismo como mejor fórmula a
seguir y al más puro estilo norteamericano.
En esas estamos cuando para según qué casos a ambos partidos
hemos de exigirle la realización de un ejercicio -que no
debiera resultar ningún esfuerzo- de responsabilidad de
Estado y, concretar asuntos que por un principio básico de
solidaridad territorial, deben ser considerados prioritarios
y no vinculados a los rifi rafes políticos.
En el caso de Ceuta y Melilla, la responsabilidad que el
Estado tiene con estas dos ciudades es tal que no deberían
estar sometidas, en ningún momento, a los vaivenes que
produce el juego y la gresca política. Básicamente porque
tanto Ceuta como Melilla no tenemos más posibilidad -para
nuestra desgracia- que estar bajo la tutela, aunque sea
mínima, del Estado, no como otros. La escasez económica y
los pocos recursos que puede generar un territorio de 19
kilómetros cuadrados no pueden ser nunca comparados con
extensiones inmensas de otras regiones con mucha más
capacidad de riqueza que la propia Ceuta.
Por tanto, el compromiso debe ser el que es. En el caso de
referencia, por fin el Ministerio de Administraciones
Públicas ha accedido -en parte- a las peticiones que con
buen sentido se ha venido reiterando desde el gobierno de
Ceuta y también desde el de Melilla.
Aunque no traspasa la gestión en las llamadas políticas
activas de empleo, el Gobierno central ha admitido
compartirla. Del mismo modo, en un plazo de tres meses, el
ministro se ha comprometido, ¡oh albricias!, a devolver las
competencias en Urbanismo usurpadas precavidamente en 2000
como consecuencia de la llegada al poder en Ceuta del GIL.
Y, finalmente, se aumentará las ayudas económicas para los
menores no acompañados (MENA). En este caso sería mejor que
se forzara a Marruecos para que asumiera la responsabilidad
de sus ciudadanos, por muy menores que estos sean.
En todo caso, satisfacción contenida, pero satisfacción al
fin y al cabo que ya de por sí es una buena noticia.
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