Llegado el momento, políticamente
hablando, en que aun cuando no faltan tal que en el de
Adviento de la Liturgia Cristiana cuatro semanas para la
llegada de un gran acontecimiento como es la Navidad, sino
casi cuatro meses para la celebración de otro gran
acontecimiento como son las Elecciones Locales de 2005, ya
se están preparando quienes por diversas causas tienen el
propósito de participar activamente, es decir, ser miembros
de las listas de candidaturas que optarán a la consecución
de votos y, por ende, al mayor número de puestos en la
Asamblea de nuestra Ciudad cuyas elecciones se rigen, como
sabemos, por el proceso citado de Elecciones Locales.( “El
tiempo, barrendero de ilusiones, a cada uno pone en su
sitio” -Gutiérrez Nájera-).
Cabe preguntarse, en este tiempo electoral anterior al acto
de depositar el voto, si no sería necesaria una verdadera
selección democrática de los candidatos, pues hemos visto
como ya se ha procedido a la elección de los números unos a
nivel nacional por el mero acuerdo de su Junta Directiva o
Comité Ejecutivo, sin tenerse en cuenta para nada el
criterio u opinión previa de los afiliados a través de su
Comité Electoral Provincial, con competencias para todos los
asuntos relativos a las candidaturas del partido, que
debería entender y proponer la selección de personas, desde
la primera a la última, que compongan la candidatura.
En Ceuta no cabe, por suerte para sus correligionarios, (y
esto lo confirmará el próximo proceso electoral) discusión
alguna respecto de quien debe ocupar el lugar preferente en
la candidatura del Partido Popular (con Juan Vivas se
dispone de un seguro ganador) pero si se palpa el
descontento con ciertos acompañantes que vienen ejerciendo
cargos en la Asamblea, y otros que se anuncian, que no
vienen dando la nota suficiente para llegar siquiera al
aprobado que les permita su acceso como miembros del nuevo
ente de gobierno de la Ciudad, por lo que nos vamos a
permitir recomendarle, como ya lo hiciéramos en alguna
ocasión, que para asegurar el cargo que según general
vaticinio va a obtener, el Comité Electoral tenga cuidado en
la designación de sus acompañantes y no se deje llevar por
quienes cambian de pareja igual que de vestuario, ya sea
chaqueta o sotana, y mas si resulta, como parece ser, si
resurgen ciertas ideas nacionalistas que, desechando
tapujos, proclaman nuestra españolidad sin concesiones
gratuitas para contemporizar y sin que se interponga en sus
acciones el partido del gobierno de turno. Que sus órganos
de representación sean elegidos por las bases y su línea de
actuación no impuesta por mandatos de una ejecutiva
nacional, ni inclinadas hacia cierta parte del electorado
por el mero hecho de pertenecer a una misma religión o
etnia.
Ojo, pues, con la abstención, que puede inclinar la balanza,
de electores que no se fían (por los desengaños y
experiencias vividos) de quienes proponen para ejercer la
política y, menos, de quienes pudieran regir los servicios
públicos por el mero hecho del interés propio, las prebendas
y los buenos sueldos.
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