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sociedad - JUEVES, 1 DE FEBRERO DE 2007


Ataviados para la ocasión. oscar.

ejército / festividad
 

El “cañonazo de las doce” celebró ayer la festividad de San Juan Bosco

Tras el acto se celebró una ceremonia religiosa presidida por el General Hortigüela
 

CEUTA
Oscar Varela
local
@elpueblodeceuta.com

Ayer a las doce la mañana con motivo de la celebración de la festividad de San juan Bosco, patrón de los Especialistas del Ejercito de Tierra, se disparó la tradicional salva del mediodía desde el baluarte de la bandera, en el baluarte de los mallorquines, en lugar de hacerse desde la Fortaleza del Hacho como es tradición.

Para la ocasión se empleó para la salva un cañón de 75/22 mm, arma de época ya fuera de servicio, que fue disparado por personal del Regimiento de Artillería de campaña número 30 vestido para la ocasión con trajes del siglo XIX.

Después, a las 12:30, se celebró en la capilla castrense de San Cristóbal del acuartelamiento “Otero” una ceremonia religiosa para conmemorar la festividad del patrón, a cuya conclusión se procedió a celebrar un acto institucional que estuvo presidido por el General Hortigüela, Comandante General de Ceuta, en el que estuvo acompañado por los jefes de las distintas unidades de la plaza, los cuadros de mando y tropa del cuerpo de Especialistas destinados en las diversas unidades de la Comandancia General de Ceuta.

El “cañonazo de las 12”, que tradicionalmente se disparaba desde la Fortaleza del Hacho, ha marcado durante siglos el ritmo de la ciudad. Es una larga tradición que comenzó prácticamente desde la conquista de la ciudad pero que tomó carta de oficialidad con la Real Orden de 1881 de Alfonso XII. Durante mucho tiempo a servido como “reloj de pólvora” para la ciudad y actualmente es una tradición que conservan tres ciudades del mundo
 


El origen de una tradición centenaria

El origen de las salvas militares hay que buscarlo en las nieblas de la edad media. En aquella época, el poder del rey estaba muy limitado por la fuerza que tenía la nobleza señorial, dueños de vida y hacienda de sus “señoríos” que solían tener entre sus principales intereses usurpar la corona, bien para erigirse ellos como reyes bien para ayudar a alguen próximo a ellos. Entonces costaba mucho tiempo cargar de pólvora los cañones, así que para desarmar las plazas la monarquía obligó a que, ante una real visita, se “saludase al rey” disparando todos los cañones.
 

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