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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 31 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Sala de Víctimas
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Se lo aseguro a ustedes. Pocas veces he presenciado algo tan triste… Me he quedado en silencio unos segundos, para regurgitar y masticar las sensaciones, en plan camélido, en plan abogada que defiende a mujeres maltratadas, que no hay dinero para que servidora defiende a un maltratador ¿Qué por que no digo a “un hijoputa maltratador”? Porque los maltratadores no me parecen hijos de puta, sería faltarles al respeto a las pilinguis y a las que se ganan la vida con el quehacer de la ingle, para mi son más bien “hijos de vicuña” es decir, de una cabra salvaje del Perú que, encima, tiene fama de demente y es estrábica como un camaleón.

¿Qué que es lo que me ha parecido triste? Pues ayer mañana,unas horas en uno de los Juzgados de Violencia doméstica de Málaga. El nº2 lo lleva fenomenalmente la guapa y lista Conchita que es íntima de mi comadre y hermana María Luisa Roldán. Y el otro tiene como jueza a una chica rubia, con pinta de niña bien de la calle Serrano, pero capaz de poner firme a un energúmeno, aunque pese doscientos kilos, con solo mirarle fijamente. A nosotras nos tocó el nº1 y tuvimos que esperar en la llamada “Sala de Víctimas” que es un apartado con unas sillas, atestado de mujeres, todas ellas protegidas por órdenes de alejamiento y a la espera de comparecer ante alguna de las juezas. Y el lugar, pese a estar ocupado por un ejército femenino, permanece extrañamente silencioso, nadie habla con nadie, si acaso, algún niño pequeño, llevado por su madre, protesta, pero el silencio de catedral de piedra del lugar absorbe los llantos. “Víctimas”. Todas ellas. Y eran demasiadas. Y cada vez que he acudido a acompañar a una mujer, que no es clienta, sino compañera y hermana, el lugar ha estado lleno y el trajín de los Juzgados ha sido notable, un no parar, caso tras caso, declaración tras declaración, desgarro tras desgarro.

¿Saben en lo que yo, como letrado, distingo a una mujer maltratada? En el mirar y en la comisura de los labios, todas idéntico rictus de amargura, un rictus tallado día tras día, año tras año, por el miedo y la pena. Dice alguna frívola que se las da de rompedora “Adoro mis arrugas, porque me ha costado años lograrlas” ¡Que graciosa! Se nota que no ha sentido el vacío en el estómago al oír la llave en la cerradura de la casa, ni ese bloqueo helado y siniestro que se llama “terror”.

La estúpida pretenciosa de turno no bromearía con las arrugas si , sus surcos nasogenianos estuvieran conformados por gemidos. ¿Y los ojos? “Botox para las patas de gallo” Se lo juro a ustedes, ni todo el botox, llamado en cosmética Vistabel, ni todo el bótox del mundo sería capaz de iluminar la mirada sin brillo de una mujer maltratada. Los mismos ojos en jóvenes y menos jóvenes, sin vida, con párpados prematuramente marchitos, ojos irritados y secos. Deberían catalogarlos para hacerlos estudiar a los jóvenes futuros abogados, porque esa mirada sin esperanza, pero con una extraña dignidad, es inconfundible. “Sala de Víctimas” fuera, en el pasillo, una humanidad vocinglera y enfurecida, bien familiares de las víctimas, bien de los agresores, ocupa su tiempo en hacer observaciones ofensivas en voz alta y echarse malas miradas, cuando no se enzarzan directamente y se lían a palos entre ellos. Como es la gente, que tiene la leche que tiene. Dentro el silencio y las miradas sin luz ¿Qué están diciendo? ¿Creen que me importa lo que ustedes murmuren? ¿Qué esas mujeres, si están denunciando es que mantienen intacto el soplo de la vida y de la esperanza? Esta vez me callo. Ustedes hablan con boca de sabios. A mí también me han dado esperanza. Gracias.
 

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