Cuando queda ya lejos el triunfo
en Mérida de la Asociación Deportiva Ceuta, merecido a todas
luces, no está de más que hablemos del equipo local, en un
momento crucial del Campeonato.
De todos es sabido que Carlos Orúe es un entrenador experto
y avalado por éxitos indiscutibles. De ahí que la directiva
no tuviera la menor duda a la hora de confiar en sus
conocimientos. Hasta el punto de dejarle confeccionar la
plantilla.
La plantilla de la Asociación Deportiva Ceuta se vio muy
pronto que estaba descompensada y que en su composición
habían primado los desaciertos. Negarlo es algo que ni se
debe ni se puede hacer. De tales errores, muchos de ellos
impropios de quien lleva tantos años en el fútbol, se fueron
cosechando derrotas y se vieron actuaciones pésimas, que
invitaban a pensar que el equipo iba a estar mucho tiempo
hundido en los últimos lugares de la clasificación.
Desgraciadamente, los pronósticos se cumplieron y el equipo
ha estado siempre formando parte del pelotón de los torpes.
Tal y como muy bien declaró, la semana pasada, el entrenador
local. Menos mal, y bien podríamos darles albricias a
cuantos quieren lo mejor para el equipo, que la victoria
ante los emeritenses ha hecho posible que se vea la luz al
final del túnel en el cual estaba metido el conjunto
entrenado por Orúe.
Al entrenador jerezano, es conveniente decirle que no estuvo
muy acertado cuando declaró en Canal Sur, en un programa
deportivo de humor, que la trayectoria del Ceuta, muy mala
hasta entonces, se debía al déficit que arrastra el club. Lo
cual fue una metedura de pata. Y más aún: una falta de
respeto. Entre otras razones poderosas, porque, que yo sepa,
la directiva paga religiosamente. Y, por lo que sé, más que
bien. Ya quisieran muchos equipos del grupo, casi todos,
vamos, estar a la altura de este club.
Ahora bien, a lo mejor Orúe se refería a que los directivos,
con un presupuesto a la altura de los conjunto más
encopetados de la categoría, no habían podido darle dinero
suficiente para hacer los fichajes que a él le apetecían.
Por lo tanto, más que achacar al déficit los problemas de
que el equipo hubiera estado dando tumbos durante la primera
vuelta, hubiera sido mejor decir que él salió cortito de
dinero al mercado y no pudo firmar a los jugadores que
deseaba. Y tuvo que contratar medianías.
Aunque de haberse expresado así, seguro que los directivos
se habrían sentido traicionados. Puesto que en la
pretemporada se nos dijo que la ADC no renunciaba a nada. Y
se publicó, una y otra vez, que los hermanos Narváez
eran futbolistas de una categoría extraordinaria; que Alex
Hornillo era un central inconmensurable; que el regreso de
Amézaga era el no va más; que se contaba con tres porteros
sobresalientes; y que De Gomar era una estrella que
pronto brillaría con luz propia. Y así sucesivamente.
Incluso el fichaje de Chico se anunció a bombo y platillo.
De pronto, de la plantilla confeccionada, los hermanos
Narváez se dan el piro porque no estaban capacitados para
ser futbolistas del Ceuta; uno de los porteros, gallego él,
pone pies en polvorosa; Amézaga, causa baja; y Alex
Hornillo, resulta que se tiene que ir porque es un central
que no reúne las características requeridas por el
entrenador. Que, además, fue recomendado por éste.
No me negarán que lo ocurrido no es digno de ser publicado.
Y, desde luego, nos permite decir lo siguiente: se puede ser
muy buen entrenador y menos bueno a la hora de confeccionar
una plantilla. A pesar de todo, los tres puntos de Mérida
son de oro. Y Orúe estuvo muy acertado el domingo, día 28,
en el estadio emeritense. La verdad no tiene más que un
camino.
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