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OPINIÓN - MARTES, 30 DE ENERO DE 2007

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La tempestad
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Mientras los políticos continúan echándose en cara sus respectivas estrategias en el tema de ETA y de Juana Chaos sigue con el régimen de la clínica Buchinguer marbellí, pero “de gratis”, el tema de más rabiosa actualidad durante estos días es el tiempo. Lo sé porque capto opiniones y comentarios en mis solitarios cafés madrugadores y no requiero de esas encuestas, que suelen ser el arte de mentir con porcentajes, para palpar las preocupaciones y los sentires reales. ¿Qué me están echando en cara? ¿Qué los lugares que frecuento bajo mi gorro de lana no son excesivamente glamourosos y si muy, pero que muy, populares? ¿Y qué? Los humildes también votamos y quienes nos sentimos, por necesidad o por opción espiritual, clase trabajadora, somos abrumadora mayoría entre el electorado.

Lo cierto es que, a la concurrencia de los lugares que frecuento en mis silenciosas colaciones mañaneras, lo que le motivaba era comentar el temporal y hacerse cruces “¡Si esto es aquí, no veas como estará ese Estrecho!” A nosotros nos tocan las olas bravías comiéndose las playas y saltando los espigones, nada impresionante si se comparan con las casi galernas de ustedes que tienen mares más vivaces y contestatarios. Y vientos de levante antisistema que diseñan cielos de cromatismos incomparables. Les digo que, la amalgama de grises y platas que he tenido el privilegio de presenciar en los temporales de Ceuta o de Melilla, no tienen más parangón que, en la Costa do Morte gallega, que es también un prodigio de naturaleza salvaje y desatada, de una belleza sin límites. Lo que pasa es que, los galleguitos, capitalizan y rentabilizan su mal tiempo y sus morriñas, presentando al turismo paisajes verdes y húmedos y mares embravecidos, ideales para hacer fotos y pronostico que, en Ceuta, la volubilidad climática será reclamo en cuanto abran unos cuantos museos, pongan escuelas de español para guiris en la universidad y comience a acudir el turismo cultureta, que dejar, no deja mucho dinero, pero hace bulto y anima las calles.

“Cortado el tráfico marítimo en el Estrecho” Anuncian y por aquí, por el este, se tiembla porque la nube negra con un rayo señalada en el mapa del tiempo puede significar desastres como el de 1989, inundaciones y la temida “riá” que desborda cauces y arroyos, arrastra coches hasta la playa y demuestra la imprevisión de los que hicieron los PGOU permitiendo construir bloques en lugares que eran paso obligatorio de las aguas. La fiebre del ladrillo es muy voraz y en Málaga, controlada por lo que denominan en el diario La Opinión “El lobby merdellón” el cemento es el rey y a este paso van a recalificar la catedral para hacer bloques de apartamentos de cincuenta metros. Cincuenta metros. La tónica habitual en el centro histórico, como si toda la ciudad estuviera ocupada por el típico ejecutivo agresivo single. Cuando no es así, la gente tiene familias y necesitan espacio, pero no necesariamente entramparse treinta años de sus vidas con la usura bancaria para acceder a unos pocos metros cuadrados. Preocupa el temporal y más desde el tsunami, que creó bastante paranoia a quienes habitamos en zonas sísmicas ¿Y si le da por que haya un terremoto en la mar y se líe un maremoto? La primera línea de costa con sus cutres construcciones años setenta a precio de Milla de Oro de Marbella, directamente, a la gran chingada, que dicen los gringos. Preocupan tempestades de especulación inmobiliaria y tempestades con la B de borrasca rondando el Estrecho. Pero hasta las galernas tienen su lado positivo, porque, los delincuentes se recogen en sus casas y dejan para otro día sus crímenes.
 

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