Aún a riesgo de saltarme a la torera el orden ontológico que
me había propuesto en esta serie de artículos sobre
problemas de conducta, quiero hacer un llamamiento con éste
a favor de los “perros viejos” que tan olvidados están hoy
en día. Y no es en balde, quiero decir que este homenaje no
lo escribo porque me parece, sino porque me sale del corazón
y de la experiencia clínica de estos últimos años, como
veterinaria y como etóloga clínica.
¿Por qué un Rotweiller con 9 años que está empezando a tener
artrosis de cadera no puede vivir unos años más? ¿Y por qué
una perrita vieja que muerde está avocada trágicamente a la
inyección de barbitúrico? ¿Es que cuando llegan a cierta
edad nuestros compañeros de toda la vida molestan?... Nos
dan demasiadas preocupaciones. Tengo que oír expresiones
como: “no, ya está vieja, para qué vamos a gastar más dinero
si no va a durar mucho”; o “si no le funciona el corazón ni
las piernas, para qué vamos a probar con medicamentos”.
Afortunadamente en el mundo animal tenemos la facultad de
poder dar descanso a un animal cuando está sufriendo, pero
igualmente tenemos la ayuda del progreso para poderles
alargar la vida cuando llegan a una edad difícil, con
medicación, dietas específicas para cada enfermedad,
cuidados veterinarios, fisioterapia, modificaciones de
conducta, etc.
Llega un momento en que los perros empiezan a achacar el
paso del tiempo, como cualquier especie. También es verdad
que en la vida salvaje- en la Naturaleza o en la vida
callejera- estos animales tienen los días contados al no
poder valerse por sí mismos igual que antes para obtener sus
recursos. Pero, ¿qué pasa con la domesticación? ¿No es eso
lo que queremos y reivindicamos continuamente para un perro?
¿No queremos proporcionarles hogar, alimento, cobijarlos si
llueve por si cogen un resfriado, o que no se mezclen con
otros perros por si les muerden? Recogemos perros callejeros
para intentar que los adopten, pero no los ayudamos cuando
ya no ven, no pueden andar o están desorientados.
Que nadie se dé por aludido ni se enfade, esto no va
dirigido a ninguna persona en particular y sí a todos en
general, y a mí me llega especialmente. Simplemente intento
informar de que hoy en día tenemos los medios para casi
todo, y siempre se puede buscar alguna solución equitativa.
El código ético de la profesión veterinaria promueve que
debemos respetar las decisiones de los propietarios, aunque
también que debemos informarles de todas las opciones
disponibles para solucionar su problema y que debemos
anteponer sobre todo lo demás el bienestar del animal,
incluso si el propietario no puede pagarlo. Desgraciadamente
el código ético está muy deteriorado hoy en día en esta
profesión y en muchas otras, aunque algunos intentamos
agarrarnos a él con uñas y dientes y no dejarnos llevar por
el vil metal. Pero también necesitamos para eso la
implicación de cada dueño. Personalmente a estas alturas,
cada vez que tengo que hacer una eutanasia se me amarga el
resto del día. Pero cuando ésta es sin motivo se me quitan
las ganas de seguir trabajando. ¿Es normal que llore yo más
por el perro que su propio dueño? Pues me pasa bastante a
menudo.
Por suerte, mi vida profesional también tiene sus días
brillantes. El otro día concretamente hice una intervención
como asesora en una perrera de Granada, en la que un Cocker
“agresivo” llevaba 3 meses encerrado, intentando de esta
manera no tener que ser sacrificado- el cual era su primer
fin al entrar allí- por parte de unas personas que estaban
pagando su estancia. Bien, pues el problema tenía solución y
ahora ese perro está en manos de un profesional que lo está
sometiendo a un adiestramiento en obediencia como parte de
su tratamiento para poder ser adoptado en un futuro próximo.
¿Qué quiero decir con esto? Que algunas personas y algunas
entidades se preocupan por los problemas de comportamiento,
y que ojalá fueran más. Y que en los perros viejecitos,
prácticamente todo lo que les pasa se traduce en problemas
de comportamiento, y la gran mayoría son problemas
fácilmente solucionables, o al menos se pueden paliar.
Hoy en día el estrés nos aparta de lo importante: la buena
comida, la vida en familia, los pequeños placeres de la
vida. No tenemos tiempo para hacer de comer, nos tomamos un
café tras otro y usamos bebidas energéticas para conseguir
mantener el ritmo. ¿Cómo vamos a dedicarles tiempo a
nuestros animales? Tendríamos que ser un poco menos
egoístas, aunque eso es mucho pedir, y no tener un animal
como un florero, porque ellos sí que nos siguen fielmente
adonde vayamos.
¿Cómo podemos saber que nuestro perro entra en la edad
crítica? Los perros llegan a la edad senior a una edad
determinada según razas. Las razas pequeñas a los 8 ó 9
años, las medianas a los 7, las grandes y maxi a los 5. Yo
recomiendo hacer un chequeo al perro cuando alcanza este
umbral. Con una analítica de sangre y una radiografía
podemos controlar su estado general y ver si empieza a haber
alguna alteración. No es demasiado difícil ni demasiado
caro. Además, seguro que su clínica veterinaria le ofrece
pagar en cómodos plazos.
Si el chequeo geriátrico es normal, seguimos adelante
tranquilamente y sabiendo que nuestro perro está feliz y
sano, y que hemos hecho lo correcto. Si algún parámetro está
alterado podemos empezar a tratar a tiempo. Y aún siendo
todo normal podemos usar la prevención a partir de esas
edades: antioxidantes, ácidos grasos esenciales, protectores
del cartílago articular, dietas específicas, etc. Seguro que
su veterinario le dará las claves para una mejor calidad de
vida de su perro. Como siempre digo, podemos y debemos
actuar siempre desde la prevención.
Bien, y en caso de que no hagamos esto ¿cómo podemos saber
que a nuestro perro le pasa algo? Tengo que decirles que los
perros son más duros que una roca, no tienen por qué
quejarse si les pasa algo. Ayer vi un caso de un Bull
terrier que se fracturó un fémur de un salto para saludar a
su dueño, increíble. Pero más increíble es que al día
siguiente, con su clavo intra medular, sus cerclajes
sujetando la fractura y sus fijadores externos, ya estaba
apoyando con esa pata, y después de 3 horas de cirugía
traumatológica. Había que verlo corriendo y llevándoselo
todo por delante con los hierros. Estos son casos extremos,
algunos perros sí se quejan por dolor, pero los que no lo
hacen y aún los que sí, manifiestan cambios en el
comportamiento. Esto es lo que su dueño puede advertir. A
veces es demasiado tarde, y otras veces no hacemos caso, la
típica frase: “bueno, ya lo llevaré mañana”. He visto muchos
perros ciegos por el “ya lo llevaré mañana”. Sin embargo la
mayoría de las veces se puede hacer mucho. ¿Cuáles son estos
posibles cambios de conducta?:
El perro deja de comer.
Está más tiempo tumbado.
No juega como antes.
Intolerancia al ejercicio.
Ahogos, respiración pesada o abdominal, desmayos.
Cojeras.
Incoordinación, desorientación.
Vuelta atrás en el aprendizaje de la eliminación: se hacen
sus cosas en casa.
Agresividad.
Mayor dependencia del dueño o por el contrario demasiada
independencia.
Desarreglos en el ciclo sueño-vigilia.
Mal aliento, trastornos gastrointestinales.
Destrozos y vocalizaciones al quedarse solo en casa.
Estas son algunas de las muchas señales que ellos nos envían
y que a veces no sabemos interpretar ni sus dueños, ni sus
veterinarios. Estos problemas de conducta pueden ser el
reflejo de alteraciones orgánicas o del propio
comportamiento. Se impone primero descartar lo orgánico,
como ya expliqué. En los perros viejos hay muchas patologías
que pueden ocasionar todos estos cambios en la conducta
normal del animal: hormonales, digestivos, cardiacos,
respiratorios, óseos, oncológicos, renales, hepáticos y un
largo etcétera. Nuestro veterinario es el que debe
detectarlo con las pruebas necesarias. Sin embargo existe un
trastorno específico de la edad senil, muy difícil de
reconocer y que fácilmente se confunde con otros problemas
de comportamiento por errores en el diagnóstico, es el
Síndrome de disfunción cognitiva. Se trata de una
degeneración neuronal que hace que el animal pierda la
capacidad cognitiva normal, por eso provoca alteraciones en
el comportamiento como algunas que he reseñado en la lista
anterior. Es una patología que no tiene solución pero que sí
se puede frenar en su progreso con distintas actuaciones a
varios niveles: comportamental, médico y dietético. Sobre
esta enfermedad en concreto hablaré en otro artículo más
adelante, por lo que se lo dejo como otro problema más a
reconocer en esta edad tan complicada. Sólo les avanzo para
que se hagan una idea que se asemeja al Alzheimer en
humanos.
Para finalizar quiero agradecerles que me hayan leído,
escribir hace que te sientas mejor y hoy lo he conseguido de
nuevo. Este artículo se lo dedico a todos los perros que nos
dan su vida y nos acompañan sin quejarse, a los dueños que a
partir de ahora van a mirar a sus viejecitos con otros ojos
y a los profesionales que buscarán las mejores soluciones
para estos complicados casos.
*
Licenciada en Veterinaria y en Ciencia y Tecnología de los
Alimentos por la Universidad de Córdoba.
Ejercicio activo de clínica de pequeños animales.
Profesora titular del Área de Veterinaria y auxiliar de la
de Etología aplicada de la Asociación para el estudio del
perro y su entorno (AEPE).
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