Ayer sábado se cumplieron cinco
años de la partida hacia la luz de mi hijo mayor Gabriel
Pineda de las Infantasy seguramente, todos ustedes conocen
el sentimiento de inmensa añoranza que se experimenta ante
las ausencias. Y más aún cuando, las Leyes del Universo,
hacen una carambola y acontece la mayor tragedia del ser
humano: sobrevivir a un hijo. ¿Cabe mayor sinrazón en la
naturaleza?. Y la pena por la marcha intempestiva de ese
hombre para el que, durante diez años fui su madre pequeña,
me aúna en sentimientos a otros padres, como a Mila y José
Francisco, los papás del pequeño Jokin Ceberio, al que
suicidaron a fuerza de malos tratos en la muralla triste de
Hondarribia, esa en la que, mi marido, el viejo pintor,
quiso colocar una virgen pintada por él dentro de una
hornacina y el asqueroso del alcalde se lo negó.
Será que, los cristianos, somos unos iconoclastas y unos
románticos soñadores, pero también allá donde están nuestros
sueños, está nuestro lugar de encuentro cotidiano con
Cristo. Y este sistema neuronal nuestro, tan desconocido y
desaprovechado, centellea de cuando en cuando con ilusiones,
proyectos, fantasía y falta de sentido común, malabarismos
de la inteligencia divina de ese Espíritu Santo de la que yo
soy una gran friki. Veo cierto interés en sus, de costumbre,
escépticas expresiones ¿Qué preguntan? ¿Qué como se es friki
del Espíritu Santo? Bueno, todos ustedes habrán presenciado
más de una vez, en la puerta de algún cine, a los frikis ,
bien de “La guerra de las galaxias” o de “El señor de los
anillos” y últimamente de “El laberinto del fauno” se
disfrazan de sus personajes favoritos, visionan los DVD mil
veces, tienen todos los muñecos de las series y se les toma
por auténtico majaretas, o eso dicen. Porque mi psiquiatra
siempre alega que servidora es “La última gran mística o la
última gran majarona” Yo creo que un mix de ambas cosas y de
eso tiene gran culpa mi hijo Gabriel Pineda que siempre fue
fiel y leal cómplice de mis mayores locuras y bueno, también
el viejo pintor Erik el Belga, inagotable a la hora de
compartir sueños descabellados y proyectos imposibles que,
por cierto, siempre acaban haciéndose realidad. Ya saben, el
que no cree en los milagros, es que no es realista. ¿Qué por
que me lanzo a esta reflexión? Pues porque opino que soñar
es imprescindible para vivir y crecer, para existir y
evolucionar. En el triste y desangelado velatorio de
Gabriel, en su cutre funeral en una parroquia que parecía la
nave de una fábrica abandonada, con el cura pulsando el
botón para que sonara una musiquilla, yo pensé que, mi hijo
querido merecía algo muy distinto y prometí construir una
ermita o un oratorio en su memoria. ¿Por qué se burlan? ¿Qué
estoy más tiesa que la varilla de un cohete y que es un
proyecto irrealizable? Vale, mi escasez es tan endémica como
la del perro de un desguace, pero para eso está la fantasía
de friki del Espíritu Santo y precisamente, no lejos de mi
casa, dando a la carretera, hay un inmenso ficus , una
especie de ermita con cúpula verde que resguarda al
viandante del sol y de la lluvia. ¿Por qué no? Tengo en mi
poder dos pequeños mosaicos, uno del Nuestro Padre Jesús
Cautivo y otra de Nuestra Señora, los mosaicos, el superglú
para fijarlos al robusto tronco del árbol, unas mariposas
encendidas, unas flores y automáticamente se convierte en
oratorio frondoso, en catedral de hoja perenne. ¿Qué jamás
me trajinaré al cura párroco para que bendiga mi ermita con
sus gorigoris? Apuesten algo a que sí. Soy abogado y mi arte
es la manipulación y friki del Espíritu Santo que me empapa
de locuacidad. Y cinco años son nada si se tiene un lugar
donde acudir a recordar.
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