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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE ENERO DE 2007

 
OPINIÓN / FORMACION EN SEGURIDAD

El papel de la Ciudad en la Seguridad Ciudadana (II)

Por Jorge Pérez Blanca


2. La contribución municipal al mantenimiento de la seguridad pública y la realidad actual de las Policías Locales.

Resulta una tarea casi imposible cuantificar el gasto público y la atención política que dedican los municipios españoles, en sentido estricto, al mantenimiento de la seguridad pública. Sin embargo, si resulta posible hacer algunas valoraciones estimativas de la contribución municipal a la seguridad pública, como son las siguientes:

-De un sondeo aleatorio (realizado específicamente para este trabajo) entre diferentes ayuntamientos españoles, comprendidos entre los 8.800 y 242.000 habitantes, se desprende una media de gasto municipal por habitante cercana a los 50 euros/año. La cantidad mínima registrada es de 25 euros y la máxima de 75 euros.

-Un Informe de la Dirección General de la Policía estima el gasto de los municipios españoles en Policía Local en una cantidad de 180.827 millones de pts./año del año 1997.

- Ese mismo Informe cuantifica el número de funcionarios de Policía Local existentes en España en un número muy cercano a los 54.000, lo que supone un porcentaje del 28,5% sobre el conjunto de los policías públicos y sitúa a los efectivos policiales que dependen de los municipios como el segundo colectivo policial del país, detrás de la Guardia Civil y por delante del Cuerpo Nacional de Policía.

- Según los datos oficiales disponibles, solo entre los años 1995 y 1997, el incremento del número de funcionarios de las Policías Locales en España fue de un 12,5%. En el territorio de la Comunidad de Madrid, se ofrecen los siguientes datos sobre la evolución del número de efectivos de los Cuerpos de Policía Local en la región: 5.300 funcionarios en el año 1980; 5.968 en el año 1990 y 8.500 en el año 2000. De lo que se infiere un incremento superior al 53% entre los años 1980/2000.

- Existen Cuerpos de Policía Local en más de 1.700 municipios, lo que supone un porcentaje del 21% del total de los ayuntamientos españoles. Sin embargo, se calcula que estos municipios integran una población que supera el 87% del censo.

-En relación a su población, la distribución de municipios con Cuerpo de Policía Local es la siguiente: el 3,3% corresponde a los de población superior a 100.000 habitantes; el 13,3% a los de población comprendida entre los 20.000 y los 100.000 habitantes; el 17,1% a los comprendidos entre 10.000 y 20.000 habitantes; y el 66,4% a los de población inferior a 10.000 habitantes.

-Además de los gastos en sus propios recursos, resulta muy frecuente que los Ayuntamientos suplan las deficiencias presupuestarias de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a través de diversas fórmulas, como: cesión de suelo para la construcción de dependencias policiales, reforma y mantenimiento de dichas dependencias, retirada, guarda y custodia de vehículos de interés policial y aportación de equipamiento administrativo (ordenadores, fotocopiadoras, etc.).

-Al margen del gasto directo en seguridad, la totalidad de los municipios grandes y medianos invierten muchos recursos en el desarrollo de programas transversales que tienen una incidencia muy importante en las políticas de seguridad pública (violencia de género, drogodependencias, ocio juvenil, etc.).

- Supone una realidad constatable que la contribución municipal a la seguridad pública es muy heterogénea: el 80% de los municipios españoles carecen de Cuerpo de Policía Local; dos terceras partes de los municipios con Cuerpos de Policía Local mantienen estructuras muy débiles que agrupan un número que oscila entre uno y diez funcionarios, mientras que otros reúnen cientos o miles de policías.

- A partir de los 20.000/25.000 habitantes, los municipios, a través de sus Policías Locales, soportan una parte muy importante del mantenimiento de la seguridad pública. Un dato muy indicativo de la situación en este tipo de municipios, es que la presencia de efectivos operativos de la Policía Local en las vías y lugares públicos resulta superior a los de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en índices que pueden oscilar entre el 50% y el 100%.

En resumen, de todo lo anterior pueden obtenerse las siguientes conclusiones:

1º) Parece evidente que existe una importante contribución municipal a la prevención y el mantenimiento de la seguridad pública del país, que se ha incrementado desde 1986 de manera muy significativa.

2º) Esta contribución se ha hecho especialmente relevante en los municipios que cuentan con población superior a los 20.000 habitantes.

3º) También parece claro que esa aportación se produce, con toda seguridad, en un nivel muy superior a la capacidad de decisión que actualmente disponen los Ayuntamientos y, desde luego, en un nivel absolutamente desproporcionado a los recursos económicos que reciben del Estado.

4º) Por último, de esta situación se puede deducir una importante y creciente demanda social de respuesta a problemas de seguridad pública, dirigida específicamente hacia los municipios y a los Cuerpos de Policía que de ellos dependen.

3. Los problemas de nuestro modelo de seguridad.


Desde la aprobación de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han transcurrido ya 16 años. La experiencia de ese tiempo ha puesto de manifiesto las deficiencias del modelo establecido por la Ley que, además, ha carecido del necesario desarrollo reglamentario en aspectos muy importantes. De otra parte, se ha producido un cambio muy relevante en el papel asumido por los municipios en relación a la seguridad pública y transformaciones esenciales en los Cuerpos de Policía que están bajo su dependencia.

A esto hay que sumar la ineficacia y los graves errores cometidos en los últimos años, que han contribuido -y de manera muy importante- a disparar el incremento de la delincuencia y a generalizar la ineficacia en nuestro sistema de seguridad pública. El Gobierno no ha querido o no ha sabido aprovechar los elementos de racionalización, colaboración entre Administraciones Públicas y coordinación policial que se incluían en la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que contó con un amplio consenso político e institucional. Al contrario, frente a la eficiencia y la corresponsabilidad, se ha optado por la política de imagen del Ministerio de Interior, aún a costa de contribuir a la confusión, despreciar la colaboración del Estado con otras Administraciones Públicas y disparar los índices de criminalidad.

El mejor exponente de esta sinrazón ha sido el denominado Programa Policía 2000 y su denominada Policía de Proximidad, que se desarrolló sin contar con los Ayuntamientos, en clara invasión del ámbito de competencias municipales y en detrimento de otras funciones que solo podían ser bien desarrolladas por el Cuerpo Nacional de Policía. Y algo muy parecido está ocurriendo con el Plan (2002) de Lucha contra la Delincuencia recientemente aprobado.

Además, en esa misma línea de actuación, el Gobierno ha sido incapaz de articular políticas de seguridad eficaces para responder a problemas de seguridad que han despertado una gran sensibilidad social.

En este sentido, un buen ejemplo de su política ha sido la “respuesta” ofrecida a la violencia de género, que se ha articulado a través de la creación (en cada provincia) de pequeños equipos especializados en el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, que resultan totalmente incapaces de abordar tan amplio territorio y, además, han funcionado totalmente al margen de los programas desarrollados por los Ayuntamientos, que pretenden ofrecer una respuesta integral a este grave problema. Situaciones muy parecidas se reproducen en las problemáticas relacionadas con los jóvenes y los menores (violencia escolar, vandalismo urbano, ocio juvenil, etc.) que despiertan gran preocupación y alarma social y carecen de respuestas eficaces desde la seguridad del Estado.

Todo ello ha contribuido a poner en cuestión el actual sistema y plantea la necesidad de abordar -cuanto antes- reformas de importancia. Así, desde la perspectiva municipal, entre los principales problemas del actual sistema de seguridad pública podemos destacar los siguientes:

El modelo español no ha conseguido articular la corresponsabilidad entre las Administraciones Públicas.

Desde la perspectiva de un modelo de Estado descentralizado, como es el diseñado por nuestra Constitución, no cabe otra opción que establecer un sistema de seguridad de responsabilidad compartida entre las diferentes Administraciones Públicas. Y ese modelo no puede basarse, exclusivamente, en la existencia de Cuerpos de Policía que dependan de cada una de las Administraciones.

Ninguna Administración Pública, disponga o no de su propia Policía, puede declararse irresponsable en materia de seguridad.

Deben articularse políticas y planes de seguridad del Estado para abordar los principales problemas, que deben concretarse y desarrollarse en todas las Comunidades Autónomas y en todos los Municipios, además de los planes y programas específicos que se elaboren desde las administraciones territoriales. Y todas estas acciones deben ejecutarse por el conjunto de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en el ámbito de sus respectivas competencias y bajo el principio de subsidiariedad.

La construcción de un nuevo sistema público de seguridad debe basarse en la colaboración y coordinación activa entre las Administraciones y la coordinación y la colaboración efectiva entre todas las policías públicas.

Y esa base solo puede construirse a través de órganos políticos como los instaurados por la Ley de 1986 (Consejo de Política de Seguridad, Juntas de Seguridad de las Comunidades Autónomas y Juntas Locales de Seguridad), en los que debe incluirse la representación de todas las Administraciones Públicas y no solo de aquellas que cuentan con Cuerpo de Policía competente en el respectivo ámbito territorial. Además, dichos órganos políticos deben complementarse de otros específicos, para garantizar la ejecución de las políticas definidas en los mismos y la colaboración interpolicial.

España carece de políticas públicas para responder a la inseguridad ciudadana.

El incremento de la delincuencia violenta, el desarrollo de la delincuencia organizada, la incidencia de las drogodependencias en la inseguridad, la violencia de género, las problemáticas juveniles y de menores, el vandalismo urbano, la seguridad vial, etc., son problemas que requieren la elaboración de políticas integrales y transversales, a través de programas y planes de actuación, que deben articularse con la participación de todas las Administraciones Públicas y ejecutarse, entre otros servicios públicos, a través de sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
 

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