Cuando me aprestaba a escribir
sobre los espías, tan de moda ahora en nuestra ciudad, me
doy cuenta de que Luis Manuel Aznar, ese recadero con que
cuenta El Faro para salir al paso de cualquier chanchullo
cometido por la empresa, ha vuelto a pringarse redactando un
escrito contra José Antonio Muñoz.
De manera que he cambiado de opinión y he decidido
responderle a costa de que esperen los espías. Es algo que
resuelvo a las nueve de la mañana del día en que escribo
(viernes). Y, por tanto, sin saber siquiera lo que estaría
pensando la persona ofendida por un periodista que ha vuelto
a demostrar su habitual carencia de escrúpulos.
Mas no se trata, si las circunstancias no lo aconsejan, de
volver a poner en su sitio a un individuo de quien uno, si
lo tiene cerca, ha de cuidarse mucho de no pasar a engrosar
esa lista de incautos que han picado el anzuelo de las
mentiras y trapicheos del personaje en cuestión. Pero sí de
hacer las aclaraciones necesarias para disipar versiones o
interpretaciones erróneas o torcidas. Lo que se suele llamar
poner los puntos sobre las íes.
Y lo hago más que para defender la postura del editor de
este periódico, en su justa denuncia contra lo que considera
a todas luces una ilegalidad del periódico decano, para
ponerme a favor de las agencias de viajes. Que son, a fin de
cuentas, las grandes perjudicadas con la forma de obrar de
quien ha convertido las instalaciones de El Faro en una
oficina de reventa de cupones para viajar.
De ahí que en mis conversaciones con algunos afectados del
gremio de las agencias de viajes, he podido comprobar que
están que se suben por las paredes. Y dispuestos, pues se
juegan mucho en el envite, a pelear por sus legítimos
derechos de ser ellos quienes distribuyan los cupones de una
promoción que, sin duda, es buena para los intereses
ciudadanos.
Puesto que dudar de los beneficios del acuerdo obtenido
entre editores y navieras, sería como tirar piedras contra
la utilidad de un acierto que redunda en favor de la
economía de todos cuantos vivimos en esta ciudad.
Por tales motivos, cualquier persona medianamente
inteligente, y en Ceuta los tontos escasean, se habrá
percatado de que el recadero de El Faro, Luis Manuel Aznar,
además de mentir, algo acostumbrado en él, lo hace de forma
aniñada. Sí, ya sé que LMA tiene más cuerpo que ideas y que
se ha estancado en una infantilidad en la cual vive como
metido en una burbuja. Ahora bien, ese ser polimorfo, que
habita en el recadero de El Faro, no impide que lo
consideremos como el mayor enemigo de las agencias de
viajes. Y qué decir del escrito en el cual acusa a José
Antonio Muñoz de querer perjudicar a todos sus
conciudadanos. ¿Cómo? Pues según el recadero de El Faro,
tratando que las autoridades quiten los precios populares
para viajar.
Merece la pena transcribir literalmente el siguiente párrafo
del escrito aparecido en el decano y firmado por el recadero
oficial del medio. Dice así:
“Cuando El Faro ha logrado que se cumpla uno de los sueños
de todos los ceutíes como es viajar a la Península con unos
precios muy populares, José Antonio Muñoz, ‘aún’ a costa de
perjudicar a todos sus conciudadanos, quiere impedirlo con
una denuncia...”.
Yo no sé, pues cuando escribo es a buena mañana, si el
editor de El Pueblo de Ceuta, ante esa injuria, se habrá ido
ya directamente a hacer la denuncia correspondiente. Porque
semejante calumnia es de una gravedad indiscutible. Y es que
manda cojones achacarle a alguien de querer perjudicar a los
ceutíes por pedir a las autoridades que pongan fin a la
competencia desleal que viene haciendo El Faro a las
agencias de viajes. Una vez más, el recadero aniñado, ha
vuelto a cagarla.
|